En aquella fecha, los reclusos redujeron a los dos guardias civiles que les custodiaban y conseguieron desembarcar y fugarse en el puerto de Cádiz.

Los acusados manfestaron ante el tribunal que consiguieron fugarse por las deficientes medidas de seguridad con las que eran trasladados. Juan Redondo declaró además que se fugó porque temía por su vida, ya que dijo que en la cárcel le queían matar contagiándole el virus del sida.

La audiencia consideró a los juzgados culpables de los delitos de atentado a agente de la autoridad, quebrantamiento de condena y hurto con el agravante de reincidencia en los dos últimos.

El tribunal acordó además remitir a la Fiscalía de la Audiencia Provincial las declaraciones efectuadas por Juan Redondo, que dijo que el director de la cárcel Tenerife II, de donde provenían, le facilitó una herramienta para huir a cambio de libertar a la compañera de responsable de la cárcel, que se encontraba retenida como rehén en un motín.