Solabarrieta, que se metió en la final tras realizar récord del mundo en la ronda clasificatoria, obtuvo el doblete en una final muy igualada que se decidió en los últimos disparos, uno de los cuales fue al centro de la diana marcando 10,7 puntos. Esto le permitió distanciarse de sus rivales y tirar con mayor tranquilidad en el duelo final por el oro frente a la polaca Bárbara Moskal (subcampeona). El pódium lo completó el croata Fran Skracic.

Acompañado de su guía y mujer, Maite Badiola, el tirador vasco conseguía de esta manera el doblete mundial. Tras recibir la medalla reconoció estar “súper emocionado”. “No hay palabras para describir este momento; pensaba hacer algo grande y para ello hemos trabajado mucho pero conquistar los dos campeonatos del mundo no lo tenía ni en mis mejores sueños”, dijo mientras señalaba que estaba “flipando”.

En la final también participó la malagueña Sonia Rivero quien por la mañana se clasificó con la segunda mejor marca de todos los participantes. Rivero se mantuvo en posiciones de medalla hasta el tiro 16, donde un error la hizo bajar a la meritoria cuarta plaza del campeonato.

TIRO CON CARABINA

Aunque pueda parecer curioso hablar de un deporte de puntería para personas ciegas esto se ha conseguido en el tiro olímpico manteniendo el fondo del deporte intacto y únicamente sustituyendo el sentido de la vista por el del oído.

Para poder practicarlo, se utiliza una carabina de aire comprimido equipada con una mira telescópica especial. Esta mira telescópica contiene o está conectada a un circuito electrónico, que transforma la luz en sonido.

Dependiendo de la intensidad de la luz sobre la diana se emitirá un tono de intensidad mayor o menor. La mira telescópica recoge el reflejo de la luz desde la diana. De este modo el tirador podrá "oír" la "ayuda" sobre la diana en los auriculares que está utilizando.