Salud Mental

El empleo, la mejor protección para la salud mental de refugiados y solicitantes de asilo

- Según Cruz Roja

MADRID
SERVIMEDIA

Disponer de un trabajo u ocupación remunerada (aunque sea en la economía sumergida) es el factor que más contribuye a reducir los problemas de salud mental que las personas solicitantes de asilo y refugiadas pueden experimentar a causa de su desplazamiento forzoso.

Así lo pone de manifiesto un estudio elaborado por Cruz Roja Andalucía a partir del análisis de 1.025 casos, además de entrevistas y grupos de discusión con más de 100 migrantes, profesionales y voluntarios de la organización.

Con el título ‘Atravesando fronteras, abriendo puertas, cerrando heridas: un proceso dialógico sobre la migración forzosa y la salud mental y psicosocial de las personas que llegan a España (Andalucía)’, analiza los factores que determinan la salud mental de este colectivo, de cara a elaborar un plan de acción para mejorar su atención.

Según sus conclusiones, disponer de un empleo representa la situación de mayor protección, ya que proporciona independencia económica a las personas.

El apoyo familiar (ya sea en la distancia o a su llegada) y la vinculación emocional con la familia son otras de las claves, junto a los hábitos y estilo de vida saludables (donde se incluye la actividad física, la alimentación, la higiene de sueño y la salud afectiva y sexual). Estos factores se complementan con las prácticas espirituales, la educación y la formación, las habilidades sociales y el apoyo de amigos y familia extensa.

ETAPAS

El trabajo señala que la afectación en la salud mental de los migrantes y de su familia comienza en cuanto inician el viaje. “No son personas que tengan problemas previos, pero la exposición a diferentes tipos y niveles de violencia (conflictos armados, catástrofes naturales y persecución, entre otras), constituyen estresores de suficiente intensidad como para afectar la salud mental de estas personas”.

Con todo, el periodo de mayor peligro puede transcurrir entre 6 meses y un año antes de la huida, precisa el estudio. Por otro lado, el viaje afecta de diferente manera a las personas que migran en solitario que a las que lo hacen en familia. Estas últimas enfrentan mayor vulnerabilidad, puntualiza.

Para los adultos que viajan en familia o con menores, la preocupación se centra más en los niños y niñas que están a su cargo y en garantizarles la cobertura de sus necesidades.

Ellos “son capaces de soportar mejor esa carga”, pero no lo consienten para la supervivencia de los niños y niñas a su cargo. Los problemas de salud mental que aparecen después no son tanto a nivel personal, sino que están relacionados con el contexto social, como dificultades de comunicación, económicas, laborales…. Según la investigación, “hay una primera etapa de mayor afectación que se concentra especialmente en los seis primeros meses desde la llegada de la persona”.

Sin embargo, los síntomas más pronunciados desaparecen en los primeros 15-20 días, al dejar de sentir que su vida peligra. Después suele haber un periodo de ‘meseta’, prosigue, en el que los migrantes tienen un estabilización sintomática ,pues “sienten que ya están en un contexto seguro”.

Tras ello, pueden aparecer de nuevo problemas debido a las condiciones en las que desarrollan su nueva vida, en muchas ocasiones en situación de precariedad, “con problemas de comunicación por el idioma, falta de vivienda o empleo y sin la cobertura de todas sus necesidades”.

Este proceso, además, afecta en mayor medida a colectivos considerados vulnerables, como minorías racializadas, mujeres y personas pertenecientes al colectivo LGTBIQ+, que tienen mayor riesgo y menos factores de protección.

Pese a todo, “la migración forzosa no es patologizante”, recalcó Cruz Roja. ”No implica enfermar para toda la vida”, subrayó, sino que “con el correspondiente tratamiento y acompañamiento”, estas personas llegan a tener una vida normalizada.

En tal caso, “generan una resiliencia equiparable a la de haber superado cualquier otra situación de extrema intensidad emocional (como el duelo ante la pérdida de un familiar, una enfermedad grave o superar un caso de violencia de género) y haber ganado a la adversidad”.

(SERVIMEDIA)
27 Sep 2023
AGQ/gja