Así lo defendió durante su intervención en el evento de alto nivel FAO-OMS por el Día Mundial de la Inocuidad de los Alimentos, que consideró “una oportunidad importante para crear conciencia e inspirar acciones en materia de inocuidad de los alimentos”.

“No puede haber seguridad alimentaria y nutrición para todos sin seguridad alimentaria. Si un producto no es seguro para comer, no podemos llamarlo alimento”, sentenció, consciente de que los sistemas agroalimentarios deben producir cantidades “cada vez mayores” de alimentos “inocuos y nutritivos” para “satisfacer las necesidades de una población mundial en aumento y deben hacerlo de forma sostenible”.

En este punto, advirtió de que la transformación de los sistemas agroalimentarios también requiere “salvaguardar” los recursos naturales, como el suelo y el agua, “preservar” la biodiversidad y “promover el uso prudente de insumos agrícolas como fertilizantes, pesticidas y medicamentos veterinarios”.

“Pero necesitamos un entendimiento común sobre la identidad, la calidad y la seguridad de nuestros alimentos”, abundó, al tiempo que reconoció el “papel crucial” de las normas alimentarias para “garantizar la inocuidad de los alimentos, ayudar a proteger la salud humana y facilitar prácticas leales en el comercio de alimentos”.

A este respecto, aseveró que los alimentos “solo pueden ser seguros" si todas las personas involucradas en su producción, distribución y preparación "garantizan su seguridad” y se mostró partidario de “aumentar la conciencia” sobre cómo las normas de inocuidad de los alimentos ayudan a garantizar una mejor producción, mejor nutrición, mejor medio ambiente y mejor vida “para todos, sin dejar a nadie atrás”.