Medio ambiente

La Fundación BBVA premia a tres pioneros de la ecología espacial

- Por aplicar la dimensión espacial en reservas naturales y ciudades más sostenibles

MADRID
SERVIMEDIA

Los ecólogos Lenore Fahrig, Simon Levin y Steward Pickett ganaron este miércoles el 14º Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Ecología y Biología de la Conservación por introducir en el estudio de los ecosistemas la dimensión del espacio y tener en cuenta su papel para gestionar “la interacción entre los sistemas humanos y naturales”, según el acta del jurado.

Fahrig, Levin y Pickett no han trabajado juntos, pero los tres han realizado contribuciones fundamentales a la llamada ecología espacial, tanto en el plano teórico como en el práctico.

Levin es pionero en su desarrollo matemático, introduciéndolo en modelos que permiten el análisis de ecosistemas complejos; Fahrig estudia los impactos de la fragmentación del hábitat y la pérdida de conectividad entre hábitats remanentes sobre la biodiversidad, y Pickett es uno de los padres de la ecología urbana, que asume que las ciudades concentrarán cada vez más población y, por tanto, es obligado pensar en cómo emplear también sus espacios para conservar la biodiversidad.

Los galardonados han desarrollado de manera independiente “la teoría y las matemáticas de la ecología espacial” con aplicaciones en múltiples ámbitos, como “el diseño de las áreas naturales protegidas, el trazado de redes de carreteras y las ciudades sostenibles”, según señala el jurado.

Comprender cómo afecta el espacio físico a la dinámica de los ecosistemas y a la vida de los organismos “es fundamental en ecología”, según Pedro Jordano, profesor de investigación en la Estación Biológica de Doñana y secretario del jurado.

Los espacios y su gestión influyen, por ejemplo, en las migraciones, en la capacidad de adaptación de las especies o en el impacto de la huella humana en el ecosistema. Además, para los investigadores es imprescindible aprender a conectar los resultados que obtienen a pequeña escala, en sistemas experimentales manejables, con lo que ocurre en regiones más amplias o incluso globalmente.

SIMON LEVIN

El ecólogo Simon Levin marcó un hito al presentar su visión de la ecología espacial en su artículo ‘The Problem of Pattern and Scale in Ecology’, publicado en 1992, que hoy sigue siendo uno de los más citados de la ciencia ecológica. Según Jordano, hasta entonces “la ecología estaba huérfana de un cuerpo doctrinal que explicara cómo se integran las distintas escalas espaciales, desde áreas locales a continentes”. “Los investigadores empezamos en espacios pequeños, como una charca, pero tenemos que entender procesos a escala planetaria”, añade.

Frente a paradigmas anteriores, que se centraban en la conservación de grandes áreas evitando la presencia del ser humano, los galardonados han desarrollado la ecología espacial, que demuestra el valor que los hábitats de menor tamaño tienen en sí mismos y como ejemplos extrapolables a otras escalas de territorio mayores, la importancia de conectar los hábitats fragmentados e incluso la posibilidad de preservar la biodiversidad en el entorno urbano. Todo ello partiendo del hecho de que la ecología debe contemplar los espacios que son compartidos por la naturaleza y el ser humano.

Levin, catedrático de Ecología y Biología Evolutiva en la Universidad de Princeton (Estados Unidos), ha aportado a la ecología herramientas matemáticas que ayudan a identificar patrones comunes a diferentes escalas espaciales.

“Uno de los mayores desafíos a los que nos enfrentamos es la pérdida de diversidad biológica”, indica Levin tras conocer el fallo del jurado, antes de añadir: “La biodiversidad es fundamental para nosotros, pero para poder comprender lo que está en riesgo y lo que podemos hacer para solucionarlo, tenemos que comprender los mecanismos que mantienen la diversidad biológica. Esta ha sido una cuestión central en la teoría ecológica desde hace un siglo, pero hasta hace relativamente poco no existía mucha teoría matemática que incorporara la dimensión del espacio de la interacción entre especies en modelos”.

LENORE FAHRIG

Por su parte, Lenore Fahrig, catedrática de Biología de la Universidad de Carleton (Canadá), recurre a las vistas aéreas para explicar el concepto de ecología espacial. “Estudiamos cómo el reparto del territorio, las distintas manchas que ves desde un avión, influye en la vida de los organismos”, recalca tras conocer el fallo del premio. Ella ha sido pionera en el estudio de la fragmentación del territorio y su impacto en la biodiversidad.

Fahrig recordó que cuando empezó su carrera, “no era obvia la importancia de los corredores ecológicos”. Su investigación le permitió documentar el gran impacto de las carreteras para la biodiversidad, en primer lugar, matando a los animales por atropellamiento. Su trabajo ha impulsado la búsqueda de estrategias para reducir este problema.

STEWARD PICKETT

Por último, Steward Pickett, investigador en el Instituto Cary de Estudios de Ecosistemas (Estados Unidos), ha desarrollado el campo de la ecología urbana. “Ha sido pionero en la importante labor de integrar en la teoría ecológica a los seres humanos como componentes de los ecosistemas”, afirma el acta del jurado.

“Concibo las ciudades como mosaicos con muchas capas: la capa construida -los edificios, las carreteras, las infraestructuras…-, pero también la capa de las políticas, las normas. Está la capa de las diferencias sociales -de clase, étnicas…-, y la capa verde, la parte ecológica: el reciclaje de nutrientes, la regulación del clima o el flujo de agua. Abordo la planificación urbana integrando todas estas capas”, resume Pickett tras conocer el fallo.

Para Pickett, es necesario invertir las prioridades en el urbanismo actual. “Ahora las ciudades están diseñadas para los coches; tenemos que darle la vuelta a esto y pensar en las ciudades como lugares en los que la biología tiene que funcionar y la biodiversidad tiene que prosperar, para realizar funciones útiles para el control del clima, del agua e incluso para cuidar la salud física y psicológica de las personas. Debemos diseñar las ciudades en primer lugar para la convivencia de la naturaleza y las personas, y rebajar la importancia de la dimensión física y la eficiencia del transporte”, explica.

(SERVIMEDIA)
02 Feb 2022
MGR/gja