El deportista navarro comenta que su idea preconcebida sobre Juan Pablo II no fue traicionada cuando al "acercarse el Papa, poco a poco sentimos la irradiación personal de su Santidad, de su humildad y otras sensaciones difíciles de explicar, pero que me hacían ver que era un hombre diferente a los demás de los que yo hasta entonce había conocido".

Indurain, que asistió a la audiencia acompañado por sus padres y por la que ahora es su mujer, le hizo entrega al Papa de los "maillots" del Tour y el Giro, que había ganado durante el año 1992 y que dedicó al Pontífice.

"Me llamó la atención que los regalos que se le ofrecen al Papa no los coge directamente, no los toma ni los lleva consigo y me sugiró este detalle un fuerte sentimiento de desprendimiento y austeridad, que no se me escapó", explica.

Durante la audiencia, Mguel Indurain explicó a Juan Pablo II que se casaría pronto "bendijo nuestro futuro matrimonio y nos hizo entrega de unos rosarios para Marisa y para mí, lo que nos dio mucha alegría; aunque a lo largo de mi vida me han regalado muchos rosarios, éste lo tenemos tanto Marisa como yo en un sitio bien guardado".

El ciclista asegura que guarda un buen recuerdo de aquel encuentro que les pareció demasiado corto porque "sabíamos que estábamos ante el Supremo Pastor de la Iglesia, el sucesor de Pedro, y hubiramos hablado y contado tantas cosas que no se podían decir en tan poco tiempo".