Defensa
El jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra considera que “EE UU quiere compartir los costes, sin compartir el liderazgo"
- Y "los estados europeos querrían compartir el liderazgo sin asumir los costes”
- “Occidente minusvaloró a la Federación Rusa como potencial amenaza, interpretando la debilidad rusa como aquiescencia del orden unipolar”, señala

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El general Amador Enseñat y Berea, jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra, ha asegurado que “desde hace años, Estados Unidos quiere compartir los costes, sin compartir el liderazgo y los Estados europeos querrían compartir el liderazgo sin asumir los costes”, durante su intervención como académico de número en el Pleno de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas (RACMyP) sobre el 'Libro Blanco de la Defensa Europea-Preparación 2030'.
El jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra considera en su ponencia que “el Libro Blanco tampoco aborda la posibilidad de si, tras un “efectivo rearme” de Europa se podría alcanzar un nuevo reparto de poder en el seno de la Alianza Atlántica. Si el “plan de rearme” europeo fructifica y los Estados Unidos disminuyen su presencia en Europa, quizás podría ser el momento, en un contexto de lealtad, necesidad e interés mutuos, de acordar una relación más equilibrada entre las dos orillas del Atlántico”. Con todo, confirma que se debe esperar al resultado de la próxima cumbre de la OTAN, en La Haya, del 24 al 26 de este mes.
El general de ejército cree que “el fin de la Guerra Fría provocó una euforia generalizada, que nos hizo confundir deseos con realidad. Occidente minusvaloró a la Federación Rusa como potencial amenaza, interpretando la debilidad rusa como aquiescencia del orden unipolar. La UE confió en exceso en su “poder blando” y en los efectos balsámicos de la globalización. Se desatendieron las advertencias norteamericanas de que el centro de gravedad del globo se había desplazado hacia el Indo-Pacífico y muchas Naciones no hicieron suficiente caso de los requerimientos de equilibrar los costes de la Alianza entre ambos lados del Atlántico”.
EEUU y Europa se afanaron en recoger los “dividendos de la paz”, que trajeron las siguientes consecuencias, según el general: “una reducción de los presupuestos de defensa, una drástica reducción del personal de las Fuerzas Armadas, una reducción de armamento y material motivada por la nueva entidad de los Ejércitos, si bien de mayor calidad y eficacia, la consiguiente reducción de la infraestructura dedicada a la defensa y las Fuerzas Armadas, una reducción de las reservas estratégicas de armamento, material y municiones, debido a su obsolescencia, caducidad y a una insuficiente reposición, el debilitamiento de la industria de defensa, motivada por su privatización y su ajuste a una cada vez menor demanda”.
El 19 de marzo pasado, se presentaron dos documentos: el 'Libro blanco para la defensa europea-Preparación 2030' y el 'Plan para ReArmar Europa-Preparación 2030'. La finalidad del Libro Blanco no es más, según el general, que “presentar soluciones para cubrir brechas críticas de capacidades, seguir apoyando a Ucrania, construir una base industrial de defensa sólida y proponer formas para que los Estados miembros inviertan masivamente en defensa. El Plan ReArmar Europa permitirá un gasto de más de 800.000 millones de euros proporcionando palancas financieras a los Estados miembros para impulsar un aumento de inversión en las capacidades de defensa”.
El Libro Blanco considera, en opinión del general de ejército, que “la reconstrucción de la Europa de la defensa requerirá, durante un período sostenido, inversiones masivas tanto públicas como privadas. La Comisión, a través del Plan ReArmar Europa, identifica para ello cinco pilares: un nuevo instrumento financiero específico, SAFE (Security Action for Europe), de hasta 150.000 millones de euros, para proporcionar asistencia financiera, en forma de préstamos, a los Estados miembros; la activación coordinada de la Cláusula Nacional de Escape del Pacto de Estabilidad y Crecimiento durante cuatro años; mayor flexibilización de los instrumentos existentes en la UE para permitir una mayor inversión en defensa, en particular a través de la revisión voluntaria de las políticas de cohesión: contribuciones del Banco Europeo de Inversiones; y, movilización de capital privado, ya que la inversión pública es indispensable pero no suficiente”.
No trata sobre la defensa europea en su conjunto. Se limita a proporcionar un marco para un incremento sustancial de la inversión de defensa de los Estados miembros, que “mantendrán siempre la responsabilidad de sus propias tropas, desde la doctrina al despliegue, y la definición de necesidades de sus fuerzas armadas” y “que la UE siempre actuará de una manera que no perjudique el carácter específico de la política de seguridad y defensa de ciertos Estados miembros y teniendo en cuenta los intereses de seguridad y defensa de todos los Estados miembros. Lla seguridad nacional seguirá siendo competencia exclusiva” de cada uno de ellos. Nada hay de “defensa común” aunque sí de defensa europea, limitándola a aspectos industriales y económicos, pero sin abordar aspectos políticos y estratégicos, salvo para establecer un marco introductorio. Por último, cree que no es lo mismo “defensa común” que “ejército europeo”, del que “estamos todavía más lejos”, concluye el general.
(SERVIMEDIA)
05 Jun 2025
s/gja