Consumo

El nuevo Nutri-Score “penaliza mucho más” la presencia de azúcar y sal en los productos y el agua es la única bebida con puntuación A

- Según un análisis de su impulsora, la científica nutricionista y epidemióloga de la Universidad Sorbonne Paris-Nord, Pilar Galán, en la revista ‘Consumer’

MADRID
SERVIMEDIA

El nuevo algoritmo del etiquetado Nutri-Score, vigente desde el mes de enero, “penaliza mucho más” la presencia de azúcar y de sal en los productos, lo que hace que sea “aún más difícil compensar artificialmente la presencia de puntos negativos” y el agua es la única bebida a la que otorga una puntuación A.

Así lo precisó este jueves la científica nutricionista y epidemióloga de la Universidad Sorbonne Paris-Nord e impulsora del sistema Nutri-Score, Pilar Galán, en la revista ‘Consumer’, al tiempo que consideró “una garantía para los consumidores” el hecho de que este sistema “se actualice con regularidad” y aseveró que el nuevo cálculo “sigue impulsando a la industria a reformular sus productos, pero de manera más coherente”.

Según la especialista, desde su creación, el funcionamiento de este semáforo nutricional “siempre se planteó como una herramienta susceptible de ir modificándose, para aumentar su efectividad”, un compromiso que “cristalizó” en 2021 con la creación de un comité científico para someter a revisión la herramienta.

La modificación actual “endurece” las penalizaciones de alimentos que cuentan con ingredientes como la sal, las grasas saturadas, el azúcar o los edulcorantes de las bebidas para “armonizarse con las recomendaciones de salud pública”.

No obstante, a estructura de Nutri-Score se mantiene, con unos componentes que “suman puntos” mientras otros “penalizan”, si bien cambian la cantidad de puntos que se asignan, los grupos de alimentos y los umbrales para otorgar esa puntuación.

En el caso de la fibra, el producto que la lleva tiene que cumplir unos requisitos, como son bajo o nulo valor energético y bajo contenido en grasas que, además, no deben ser saturadas; bajo contenido en azúcares, en sal y en sodio, también en su versión añadida, y con un contenido en fibra de 3 gramos/100 gramos, lo cual supone que los panes de grano entero lleven una A, mientras que los refinados estarán entre la B y C, según su nivel de sal.

En cuanto a las bebidas, el algoritmo se actualiza con un doble objetivo, por un lado, distinguir las bebidas a base de leche y yogur con alto contenido en azúcar y, por otro, advertir sobre la presencia de edulcorantes, dadas las últimas evidencias sobre los edulcorantes no nutritivos y su impacto sobre la microbiota, la enfermedad cardiovascular y la mortalidad prematura.

La leche, las bebidas a base de leche y las de origen vegetal salen de la categoría de los alimentos sólidos, se penaliza más el azúcar y el agua será la única bebida con una A. Las leches desnatadas y semidesnatadas obtienen una B y la entera, una C.

Por lo que respecta a los zumos y néctares de frutas, continúan en la C, pero las bebidas azucaradas con menos de 2 gramos/100 gramos de azúcar mejorarán a una B.

Asimismo, los edulcorantes acalóricos utilizados para endulzar, como la sucralosa, la sacarina o la estevia, reciben una penalización de cuatro puntos. Esto hace que las bebidas que tenían una B, como los refrescos “zero”, se puntúen con una C mientras que los refrescos que añaden edulcorantes y azúcar pasarán de D a E.

En cuanto a las grasas saludables como el aceite de oliva, los frutos secos y algunos aceites vegetales, se cambia la fórmula matemática para “favorecer” el consumo de estos productos.

Estos productos adquieren “mayor entidad” y pertenecen a una categoría propia en la que se incluyen las grasas, los aceites, los frutos secos y las semillas.

De este modo, el aceite de oliva y los aceites con bajo contenido en ácidos grasos saturados como colza, nuez y girasol oleico pasan a la B y el aceite de girasol se mantiene en la C, mientras que el aceite de coco y la mantequilla continúan en E.

En los empaquetados de frutos secos y semillas oleaginosas, sin sal ni azúcares añadidos, la “mayoría” están calificados con A y B, mientras que las versiones saladas o azucaradas pasan a las letras C y D.

En paralelo, en el caso de la sal ahora el índice aumenta la “penalización” por la presencia de este ingrediente y, si en la versión anterior a un alimento con dos gramos de sal por 100 gramos se le restaban 10 puntos, en la versión actual la misma cantidad de sal supone 20 puntos menos.

Lo mismo ocurre con el azúcar, cuya presencia, según el estudio, “ahora resta más” y en el caso de los alimentos sólidos se establece una escala de penalizaciones que van desde 1 punto para productos con más de 3,4 gramos/100 gramos de azúcar hasta 15 puntos para aquellos a partir de 51 gramos/100 gramos.

Todas las proteínas suman siete puntos, salvo las procedentes de las carnes rojas, que no podrán obtener más de dos puntos y los pescados y mariscos se clasifican en las categorías A y B, cuando no llevan ni sal ni aceite.

Las empresas tienen un periodo de dos años para finalizar el stock de sus productos ya fabricados y etiquetados con el logo basado en el algoritmo anterior, pero no podrán hacer publicidad de productos con el antiguo algoritmo.

Sin embargo, los consumidores no van a poder saber si la puntuación Nutri-Score que lleva un producto está basada en el algoritmo anterior o en el actual, por lo que, según la investigación, “es posible que las marcas que se vean desfavorecidas por estos nuevos cálculos traten de alargar el cambio lo más posible”.

(SERVIMEDIA)
15 Feb 2024
MJR/mjg