El Toro de la Vega se celebraba anualmente en Tordesillas (Valladolid) desde la Edad Media y solía acabar con el fallecimiento de un morlaco tras ser alanceado. En 2016, las Cortes de Castilla y León prohibieron dar muerte al animal en presencia del público tras convalidar un decreto-ley aprobado por el Gobierno autonómico y después de varios años de protestas por su celebración.

El Toro de la Vega podría volver este año después de que el Ayuntamiento de Tordesillas haya abierto la puerta a modificar la ordenanza municipal para adaptarla al decreto-ley, de manera que el espectáculo se celebraría con 50 participantes, que portarían divisas y no lanzas, y no acabaría con la muerte del morlaco.

"No queremos que no se mate al toro; queremos el fin del torneo en todas sus modalidades e invertiremos el esfuerzo que sea necesario para lograrlo", apuntó el Pacma, que calificó de "lavado de cara" el cambio en el reglamento del juego para mantener una actividad "socialmente condenada a beneficio de los de siempre", por lo que anunció "acciones legales y movimientos" en respuesta a una posible vuelta del torneo.

Según el Pacma, las acciones llevadas a cabo durante los últimos años han ido orientadas a la abolición de esta tradición "sin que puedan aceptarse medias tintas como el número de participantes o la ausencia de muerte del animal en público". "La agónica muerte del animal no es el único tipo de sufrimiento que padece cuando cincuenta personas armadas corren y luchan por ensartarle”, aseveró Javier Luna, presidente de la formación animalista.

“MANIFESTARSE TODOS LOS DÍAS”

De igual modo, el Pacma señaló que lo que se impide en la ordenanza que pretende ajustarse al decreto-ley de 2016 es "la muerte en público, no la muerte en sí, si bien en privado ésta podría llevarse a cabo de formas que ni siquiera serían expuestas a la opinión pública".

Por otro lado, el partido animalista respondió al alcalde de Tordesillas, Miguel Ángel Oliveira, que ha asegurado que "el toro no sufre y no se le hace ningún daño", al tiempo que ha apostado por un tamaño autorizado del arpón y la divisa o de la posibilidad de incrustar hasta siete de estos elementos en el cuerpo del animal. El toro se declararía 'vencedor' si aguanta los siete arponazos, lo que, según el Pacma, implica consecuencias para su salud.

El Pacma aseguró tener "experiencia y medios para hacer saber a los responsables que este torneo tiene los días contados" y advirtió de que podrían incluso "manifestarse todos los días a las puertas del Ayuntamiento”.