Aznar, que contó con el apoyo de diversos dirigentes regionales, como l presidente del PP en el País Vasco, Jaime Mayor Oreja, o del candidato a la Presidencia de la Junta de Andalucía, Javier Arenas, fue recibido en un baño de multitudes por los propios cargos públicos de la formación popular, la mayoría de ellos procedentes de la provincia de Málaga.

La elección de Torremolinos, donde reside una importante colonia extranjera, y la presencia del presidente del Partido Popular Europeo, Wilfrend Martens, puede ser interpretada como una invitación a la colonia europea de a Costa del Sol a optar por las tesis populares en los comicios municipales de 1995, en los que los residentes podrán ejercer el derecho al voto, según la reciente modificación de la Constitución.

No obstante, esa interpretación pudo ser constatada con la presencia en la sala principal del Palacio de Congresos de un centenar de extranjeros, pertenecientes a las distintas asociaciones de residentes en la Costa del Sol, especialmente invitados para la ocasión.

Si la presencia de los dirigentes del P, entre los que destacaron Ruiz Gallardón, Mariano Rajoy y Celia Villalobos, fue destacada, no lo fue menos la de los representantes de partidos critianodemócratas o conservadores europeos, como la CDU alemana, el RPR francés o la formación que apoya a John Major en Gran Bretaña.

Los invitados, tanto nacionales, como extranjeros, fueron testigos de una impresionante organización, que muchos calificaron de "al más puro estilo norteamericano".

A través de un montaje en vídeo, la presentadora televsiva Isabel Tenaille fue presentando a todos y cada uno de los líderes políticos que subieron al estrado, entre cuyas alocuciones se emitieron tres spots en los que el Partido Popular explicó su proyecto europeo.

Dos pantallas gigantes, una en la sala y otra en el hall del Palacio de Congresos ofrecían el acto, si bien en la situada en el exterior apenas medio centenar de seguidores incondicionales populares seguían el acontecimiento.

Sin embargo, y a pesar de la existencia de traducción simultána, la presencia de asistentes en el hall se hizo masiva cuando intervino Wildfred Martens, que leyó su discurso en su lengua materna, el francés, lo que fue aprovechado por muchos para tomar el refrigerio de media mañana.