Misiones

El programa de infancia de Obras Misionales Pontificias trata a menores de Burundi sus problemas visuales

- Este domingo la Iglesia celebra la jornada de Infancia Misionera

MADRID
SERVIMEDIA

Milka y Evelyne, dos adolescentes de 14 años de Burundi, agradecen a Obras Misionales Pontificias (OMP) el apoyo que las ha prestado para tratar sus problemas visuales. Son dos de las miles de personas ayudadas a través de la iniciativa de OMP Infancia Misionera, cuya jornada celebra la Iglesia este domingo para sensibilizar a los niños sobre las misiones.

Con las aportaciones recogidas por Infancia Misionera se sostiene el trabajo que se realiza con los niños en los 1.122 territorios de misión que tiene la Iglesia. Con este dinero se apoyan proyectos de educación, salud, protección de la vida y evangelización. Al año se ayuda a más de cuatro millones de niños.

Según indicaron a Servimedia desde OMP, todos los años Infancia Misionera paga en la diócesis de Rutana un oftalmólogo para que atienda casos de niños con problemas visuales que no pueden ir a hospitales de la capital.

Esa ayuda se ve de forma concreta en lugares recónditos como la Diócesis de Rutana en Burundi, donde se presta atención médica a niños con enfermedades oculares. El responsable de canalizar esa ayuda es el padre Félix Nyandfwi, que coordina la petición de ayuda de la población más vulnerable de la diócesis, que se materializa en medicamentos, gafas y transporte.

“La diócesis quiere apoyar a las familias de estos niños haciéndoles visitar a un oftalmólogo para prevenirles la ceguera y permitirles continuar sus estudios”, indicaron desde OMP, que cifró en 300 niños beneficiarios de este proyecto al que se destinan 5.000 dólares de la solidaridad recabada en países como España.

SIN DINERO

Milka Iteriteka explicó que cuando estaba en segundo grado, mientras jugaba con su hermana, le lastimó el ojo derecho con un palo. “De repente el ojo derecho ya no podía ver. Cerró completamente. Así me perdí el año. Cuando mis padres me llevaron al hospital, el médico les dijo que me trasladaran a Bujumbura. Era imposible porque no tenían dinero. Después, mi padre murió, solo me quedé con mi madre, quien tampoco tenía dinero para tratarme. Estaba tratando de ir a la escuela, pero me dolían los ojos”, subrayó.

“No podía ver bien. En clase quedé entre los últimos. Cuando el director diocesano de las Obras Misionales Pontificias me llamó para recibir tratamiento me sentí muy feliz. Entonces me llevaron al oftalmólogo en Makamba y él me recetó medicamentos líquidos para ponerme en los ojos y también me prescribió gafas para usar todos los días”, prosiguió la joven.

Ahora se pone dos gotas por la mañana, a mediodía y por la noche. “Gracias a este cuidado, ahora sigo bien las lecciones en clase y me va bien en mis estudios. Los resultados en clase son muy satisfactorios. Soy quinta o sexta en la clasificación de logros. Antes de recibir atención médica no tuve ningún éxito”, añadió Milka.

Además, puede exponerse a la luz del sol, explicó agradecida a la labor de OMP, de los niños que la sostienen a través de Infancia Misionera y al impulso del Papa para que los niños “ayuden a otros niños”. “Que esta ayuda para niños con problemas oculares continúe siempre porque hay otros que lo padecen. Rezo por la obra de la Santa Infancia y por todos aquellos que ayudan a curar las enfermedades oculares”, pidió.

PADRES POBRES

En la misma línea se pronunció Evelyne Nsanziteka, que vive en Gifunzo, en la misma diócesis. “Me dolían tanto los ojos que no podía estudiar bien en clase. Mis padres no pudieron conseguirme tratamiento porque son pobres. Mis ojos siempre estaban rojos y tenía dolores en los ojos y dolores de cabeza constantes”, explicó a OMP.

“Suspiré aliviada cuando supe que la Infancia Misionera quiere venir en nuestra ayuda y tratarnos. Fue una gran alegría para mí escuchar esta buena noticia de acudir al oftalmólogo en Makamba para beneficiarme de la atención médica que tanto necesitaba”, reconoció.

Evelyne no podía sentarse en la parte trasera de clase porque no podía ver la pizarra ni seguir las explicaciones del profesor. “Siempre tuve mala nota antes de ser atendido por el oftalmólogo”, apuntó.

Un tratamiento de gotas le ayudó a superar sus problemas en los ojos y también le pusieron gafas. “Ahora estoy cómoda, me va bien en clase. Soy quinto de grado. He mejorado mucho gracias a la atención que recibí”, relató también con mucho agradecimiento.

“Estoy muy agradecida a todos los simpatizantes que apoyan a los niños y los consuelan en sus situaciones difíciles. Sigo orando por todos los niños del mundo que se encuentran en diversas situaciones difíciles. Que continúe esta atención a los niños con problemas oculares”, concluyó.

(SERVIMEDIA)
13 Ene 2024
AHP/clc