Suicidio

Los psicólogos creen que hasta el 80% de jóvenes suicidas “dejan señales” y que el colegio es “el mejor lugar para prevenir” un suicidio

MADRID
SERVIMEDIA

El psicólogo educativo y profesor de la Universidad de la Rioja Eduardo Fonseca, colaborador del Consejo General de la Psicología de España (COP), recordó este martes que hasta el 80% de jóvenes suicidas “dejan señales” y consideró que el colegio es “el mejor lugar para prevenir” un suicidio.

Así lo subrayó en declaraciones a Servimedia después de conocerse el intento de suicidio de un adolescente con autismo en Tarragona, convencido de que este tipo de casos “se puede prevenir con intervenciones de bajo costo” y de la necesidad de proporcionar a los centros educativos programas de prevención y dotarles de un número suficiente de psicólogos educativos que puedan “detectar” un caso e intervenir “de forma eficaz y efectiva” para que no acabe en muerte.

En este sentido, reclamó la importancia de que, además de conocimientos teóricos y prácticos, el sistema educativo también aporte a los alumnos “herramientas para afrontar el día a día y competencias socioemocionales” sobre pensamiento crítico, gestión de las emociones, asertividad, escucha activa, bienestar emocional y “potenciación del sentimiento de pertenencia” con el apoyo de equipos multidisciplinares “liderados” por un psicólogo.

El también coordinador del proyecto Psice de Psicología basada en la evidencia en contextos educativos para la prevención de problemas emocionales, subrayó que, en la actualidad, hay un orientador por cada 800 alumnos en las aulas y, según sus cálculos, habría que bajar dicha ratio a 200 y explicó que, cuando ocurre un suicidio o se observan señales que sugieren una posible ideación suicida, directores y familias “llaman pidiendo consejo” y los psicólogos educativos les forman, pero, a su entender, “no son expertos en conducta suicida y hace falta un profesional de la psicología que forme a profesores, equipo directivo y familias e informe a los alumnos”.

Tras puntualizar que este año “pasamos de 4.000 muertes por suicidio”, lamentó que España es “de los pocos países del entorno" que no dispone de un Plan nacional de prevención del suicidio, al tiempo que señaló que, entre otras cuestiones, dicho plan debería contemplar la contratación de psicólogos y psiquiatras en Atención Primaria y de psicólogos escolares en los centros educativos.

A este respecto, se preguntó “cómo es posible” que, siendo el suicidio la “principal causa de muerte en jóvenes”, España no cuente con “ningún programa de prevención de la conducta suicida en contextos educativos”, cuando un programa de prevención de cinco a diez horas “disminuye el riesgo de conducta suicida en estos entornos escolares” y tiene “efectos beneficiosos a corto, medio y largo plazo”.

En este contexto, el especialista lamentó que la conducta suicida “sigue rodeada de estigma y tabú” y advirtió de que “la única forma de prevenirla es hablar de ello desde el punto de vista científico y con rigor”, al tiempo que precisó que existen una serie de factores que “parecen incrementar la probabilidad y el riesgo” de que se produzca, si bien este “fenómeno complejo, multicausal y prevenible” es la consecuencia de “un cúmulo de múltiples factores”.

Entre dichos factores, citó desde el nivel socioeconómico y educativo, al desempleo, la exposición a la violencia, problemas de salud físicos crónicos, problemas de salud mental así como ser una persona impulsiva y con baja autoestima, intolerancia a la frustración, desesperanza, sentimiento de “atrapamiento” o con antecedentes familiares de intentos de suicidio.

En paralelo, hizo referencia a los “factores de protección” que juzgó “sumamente importantes” y entre los que mencionó el tener “buenas y positivas” relaciones con los iguales, la familia, el centro educativo y el barrio, estar “integrado socialmente”, tener un “sentimiento de pertenencia” así como “apoyo y apego familiar” y contar con competencias socioemocionales como buena regulación de las emociones y capacidad de autocontrol.

Junto a ello, destacó la relevancia de tener acceso a programas y tratamientos de prevención “que sean de calidad y estén basados en la evidencia, sean públicos y accesibles” y defendió que “el equilibrio de unos y otros factores determina un mayor o menor riesgo”.

SIGNOS DE ALERTA

Con respecto a los “signos de alerta” que puedan indicar una ideación suicida, insistió en que, “aproximadamente” el 75 u 80% de jóvenes y adolescentes “van dejando señales”. “Hay que estar atentos a esas señales de riesgo, que son la antesala”, añadió, para urgir a permanecer “atentos” a si el menor o adolescente “habla de falta de motivación para vivir, desesperanza, desesperación”, pero también a si siente “un dolor insoportable, se siente un estorbo o molestia para los demás o si deja una carta o comentario escrito sobre sus intenciones”.

Asimismo, destacó el cambio “repentino” del estado de ánimo y del comportamiento, el aislamiento o la presencia de conductas “retraídas” y emplazó a prestar atención a si el joven busca por Internet métodos de suicidio o si presenta una mala higiene del sueño, mal autocuidado, sentimientos de “vergüenza, culpa exagerada, ira o vacío” así como “sufrimiento continuo o dolor”.

“El suicidio se caracteriza básicamente por un sentimiento de dolor que no es tolerable y no se puede aguantar. Aunque no se pueden explicar las razones por las que una persona llega a suicidarse, lo que caracteriza a quien tiene una conducta suicida es un dolor psicológico intolerable y un sufrimiento vital que no se puede aguantar y una de las soluciones que toma es quitarse la vida”, abundó, convencido de la importancia de “enseñar que hay millones de medidas para la prevención de la conducta suicida y que cuanto antes se apliquen, mejor”.

(SERVIMEDIA)
28 Feb 2023
MJR/clc