Así lo subrayó Verónica Vicent Baquero durante su comparecencia en la segunda sesión de la comisión de investigación sobre la gestión de la crisis derivada de la dana que tuvo lugar el 29 de octubre de 2024, así como para el estudio y propuesta de medidas de mejora destinadas a paliar los efectos de estos fenómenos adversos en el futuro.

Vicent narró la dramática situación que vivió el 29 de octubre del año pasado, cuando tuvo que unirse a sus vecinos para tratar de salvar a personas atrapadas en un primer piso de una vivienda cercana.

Con ayuda de material policial que aún tenía y su preparación fue capaz de ayudar a varias personas, como a una familia de origen chino que regentaba un bar cercano, pero en esa operación, la rotura de una cuerda hizo que una hija del matrimonio, de 11 años, perdiese la vida tras ser arrastrada por el agua.

La joven sostuvo que ella no sabe “lo que se tiene que hacer porque yo no me dedico a dirigir nada”, pero alegó que, cuando se rompió la presa de Tous, en 1982, solo hubo fallecidos en el único municipio donde no se avisó: ocho víctimas en Carcaixent. Por ello, se dirigió de manera directa tanto al Partido Popular como a Vox para decirles que se siente “defraudada” con ellos.

Explicó que desde los 17 años ha sido monitora de los campamentos del Ministerio de Defensa y “la seguridad siempre ha sido la norma de la casa”.

MANIOBRAS EN 2014

A este respecto, recordó que, en 2014, siendo presidente valenciano el popular Alberto Fabra, asistió a unas maniobras realizadas después del terremoto de Lorca, en las que se hizo una simulación de seísmo que podría servir igual para unas inundaciones.

Nada más producirse el fingido terremoto, en el que se planeaban 300 fallecidos y 3.000 intervinientes, el Consejero de Gobernación activaba el Plan Especial frente al riesgo sísmico de la Comunidad Valenciana, declaraba el nivel dos, y se solicitaba la colaboración de la UME.

Pero en ese simulacro, se planteó que la catástrofe era de tal magnitud que poco después se ponía en contacto con el Ministerio de Interior para declarar la emergencia de nivel nacional, nivel tres. Es entonces cuando el jefe de la UME, teniente general César Muro, asumía la dirección y coordinación operativa de la situación, canalizando todos los medios del Estado disponibles para minimizar los efectos del seísmo.

“Entiendo que cuando decimos seísmo, decimos inundaciones o cualquier evento que se pueda dar”, argumentó, y pidió que “si esto no es así, les agradecería que me lo explicaran”. Quiso saber la razón de que, si en ese simulacro de 2014 para unas maniobras “se movilizaron tres batallones del Estado para nada”, por qué “para que cuando se da la casuística no se actúa conforme se debió de hacer”.

“No entiendo lo que pasó la tarde del 29, que yo me sentí muy abandonada porque hay un presidente que me debía de proteger y decidió que tenía mejores cometidos, me siento defraudada porque la norma de la casa siempre ha sido la seguridad”, recalcó.

“Un mensaje de SOS, de ‘pónganse a salvo’, con 10 minutos se hubieran salvado vidas, por lo menos esa mirada de esa niña”, lamentó. “No les recrimino, no vivo con rencor hacia nadie, quiero aprendizaje, quiero que la gente se forme y que, si vuelve a suceder en cualquier lado de España, ustedes se comprometen a ser ejemplares”, enfatizó.

“Estoy segura de que las luces de estas 229 víctimas guiarán su camino para legislar y mejorar”, confió, y apostilló que “estar preparados es la única solución para minimizar situaciones que puedan venir, ser ejemplares es un deber y ser mejores que ayer y peor que mañana es un reto a seguir”.