El pasado día 15 de agosto, el agente de la Guardia Civil Óscar P.B, de 23 años, tomaba una copa en la discoteca La Playa situada en Villamanrique del Tajo, cuando comenzó a discutir acaloradamente con un emleado del local, porque no le gustaba la música que sonaba en el local.

El guardia, que presentaba signos de estar bebido, según los vecinos, regresó al cuartelillo de la localidad tras la discusión y allí se suicidó pegándose un tiro en la sién con su arma reglamentaria.

Tras la muerte del joven Guardia Civil, la madre y un hermano de la víctima, que según los vecinos era un "cabeza rapada", acusaron al pueblo de la muerte del agente y anunciaron la llegada de un grupo nutrido de "skins" para vegar la muerte de Óscar.

Sin embargo, casi todos los 600 vecinos que tiene ese municipio madrileño aseguran que se ha exagerado la situación y la mayoría están convencidos, además, de que no habrá venganza alguna.

Los residentes en Villamanrique y los que veranean en la zona, alrededor de un millar de personas, insisten en que ellos no son responsables de nada y que no tiene sentido un ataque al pueblo. De hecho, creen que la agresión no se consumará.

Asimismo, recordaron que el dueño de la dscoteca, Manuel Lorden, vecino de Parla, solo acude los fines de semana al pueblo para abrir el local, y no tiene nada que ver con los vecinos del lugar.

Asímismo, fuentes municipales indicaron que los controles que la Guardia Civil montó el pasado fin de semana habían sido reforzados, pero se trata de servicios de vigilancia habituales, durante el verano, en la zona donde existen muchas discotecas.

Muchos jóvenes de los alrededores e incluso de la capital acuden a estas discotecas, consumen much alcohol y conducen de forma temeraria al abandonar los locales de moda, razón por la que la Guardia Civil establece los controles.