Según explicaron las Hermanas Hospitalarias en una nota este jueves, con esta ropa se da atención a las necesidades de una población muy amplia, en la que se incluyen personas sin hogar, usuarios de comedores y albergues sociales, usuarios de Cáritas o Cruz Roja, población inmigrante o mujeres víctimas de violencia de género.

“Estos últimos meses, además, hemos visto un crecimiento muy grande de personas que vienen de Venezuela, cuando antes apenas teníamos usuarios de este país”, sostiene Raúl Naranjo, coordinador del Centro de Rehabilitación Laboral de Retiro de las Hermanas Hospitalarias.

El trabajo en el ropero, como reconoce Soledad Vega, jefa del taller, se incrementa notablemente durante las fechas navideñas, “tanto a nivel de donaciones como de demanda de prendas”, pero aun así existen determinados productos que cuesta conseguir y que suelen ser deficitarios. No en vano, desde el ropero tienen en marcha actualmente una campaña de recogida de productos de higiene para intentar dar atención a la alta demanda existente entre los usuarios.

El ropero es un servicio solidario que, a su vez, es un taller de entrenamiento prelaboral para personas con enfermedad mental. De esta forma, se proporciona a los usuarios una tarea que facilita el entrenamiento de diversas habilidades laborales (atención al público, control de inventario y trabajo en equipo), a la vez que se intenta erradicar el estigma que acompaña a las personas con enfermedad mental, al promover en la sociedad una visión positiva.