Discapacidad

Juan Carlos Domonte: "No reconocer la discapacidad es negarte a ti mismo"

- Este trabajador de Cruz Roja reconoce que "la ONCE me salvó la vida, fue como volver a nacer"

MADRID
SERVIMEDIA

Juan Carlos Domonte tiene 56 años, de los cuales casi 40 los ha dedicado a trabajar por los demás en Cruz Roja. Hace 10 sufrió un ictus y perdió la vista. "No quería aceptarlo, lo negaba, sin darme cuenta que no reconocer la discapacidad es negarte a ti mismo. Menos mal que acudí a la ONCE y me salvó la vida, fue como volver a nacer".

Domonte cuenta a Servimedia ese renacer vital en la sala de control de Cruz Roja en Madrid, en donde trabaja en "una casa que es la mía porque llevo aquí toda la vida".

En su devenir profesional en la ONG ha hecho de todo. "Empecé como administrativo pero he sido conductor de ambulancias y coordinador de emergencias. He estado en Kosovo, organizando un campamento para 5.000 refugiados en Albania, también estuve en Indonesia tras el tsunami y, por supuesto, en todas las situaciones de emergencia de España". "Me encanta mi trabajo, ayudar a los demás es lo más hermoso que se puede hacer", enfatiza mientras sonríe.

Pero hace ahora 10 años su vida cambió. "Sufrí un ictus. Era incapaz de coordinar mis movimientos. Fueron días muy duros. No quería salir a comer fuera de casa porque tenía que comer mirando a un espejo para llevarme la cuchara a la boca porque no coordinaba. No andaba bien, no hacía nada bien. En el hospital hacía rehabilitación, terapia ocupacional, quería recuperarme cuanto antes y lo conseguí con esfuerzo y trabajo. Todo menos la vista".

"Me daba cuenta", continúa, "de que no veía bien, me chocaba con todo, pero no quería reconocerlo. Mis hijas me dijeron que tenía que ir a la ONCE, pero yo no quería, hasta que mi mujer me puso un papel de divorcio en la mesa y me dijo que o iba a la ONCE o lo firmaba. Al final acepté y allí me dijeron que tenía una discapacidad visual del 79%".

"No quería volver por la ONCE porque se me cayó el mundo encima. Es terrible porque años después me di cuenta de que no reconocer la discapacidad es negarte a ti mismo", relata Domonte desde su puesto de trabajo mientras Xindú, su perro guía, le mira desde su esquina, en la que se instala cada día, ajeno al follón de llamadas del centro de control de la Cruz Roja.

ONCE

"La ONCE me salvo la vida, fue como volver a nacer porque me enseñaron a ser independiente. A ser capaz otra vez de pasar el aspirador, hacer la cama, cocinar.... Pero, sobre todo, la psicóloga, a la que al principio no quería ni ver, me devolvió la confianza, me sacó del pozo y pude volver a ser yo mismo. Supuso mi punto no de inflexión, sino de flexión, para darme cuenta de que todo iba a ser igual que antes del ictus", agrega Domonte emocionado.

Tras la formación que le brindó la ONCE decidió que sería muy positivo para él tener un perro guía. "Es un proceso largo, pero merece la pena esperar. Primero tienes que demostrar que estás preparado para tener un perro y luego tienen que encontrar el apropiado para tus necesidades. Cuando escuché las pisadas de Xindú, me asusté un poco. Ya me dijeron que era grande, tal y como había intuido por el ruido, y la verdad es que a mi siempre me han dado miedo los perros grandes. Pero bueno, desde el principio encajamos y aquí estamos, juntos a todas horas", dice mientras acaricia al tranquilo Xindú, que acaba de pasar unos días de vacaciones en Asturias "con la familia que le adiestró".

Domonte quiere recalcar que "lo peor que puedes hacer es negar la discapacidad porque te niegas a ti mismo y a tu familia y no avanzas. De todo se sale y mas si pides ayuda como hice yo".

(SERVIMEDIA)
14 Jul 2019
MAN/gja