Cultura y discapacidad

Ilusión, esfuerzo y magia, claves del éxito del grupo Babel Teatro de personas sordociegas

MADRID
SERVIMEDIA

Actores sordociegos en la piel de médicos, camilleros y zombis; voluntarios ciegos que les apoyan en su interpretación; personas con y sin discapacidad que ponen voz a las escenas, y mediadores culturales que ayudan en la comunicación. Todos ellos participan de una u otra manera en la representación de la obra 'Más allá', escrita y dirigida por Javier Regueros, que desde hace tres años capitanea el grupo Babel Teatro.

Este grupo lo forman ocho personas sordociegas y dos personas sordas, que reciben la ayuda de guías-intérpretes y voluntarios de la Asociación de Sordociegos de España (Asocide) Madrid y de la ONCE.

"Es un milagro a base de ilusión, fuerza de voluntad y muchas ganas", explica en declaraciones a Servimedia Regueros, que recuerda sus primeros días en este proyecto.

"Desde hace 11 años dirijo un grupo de teatro inclusivo en el que participan personas sin discapacidad y personas con discapacidad intelectual leve. Hace tres, María José Sánchez Lorenzo, jefa del Departamento de Promoción Cultural y Braille de la ONCE, me propuso un nuevo reto: enseñar teatro a personas con sordoceguera. Sinceramente, me pareció imposible", confiesa.

ROMPIENDO BARRERAS

No obstante, decidió aceptar el reto y empezó así con talleres de improvisación, interpretación y expresión corporal. Poco a poco, se definió un pequeño grupo de gente "muy interesada" dentro de todos los que se apuntaron, prosigue, y "fue así como decidimos montar una obra. Primero un texto muy cortito; después nos atrevimos con más".

Según Regueros, la clave del éxito de Babel Teatro reside en que "hemos sabido romper las barreras comunicativas que aíslan a las personas con sordoceguera".

Sobre las tablas, los actores sordociegos interactúan entre sí con fluidez; reciben instrucciones de sus guías mediante gestos o golpecitos en la espalda y las voces de aquellos que no manejan el lenguaje oral son dobladas por "unas sombras" que se sientan detrás de ellos y que verbalizan los diálogos.

Además, una persona traduce a lengua de signos todo lo que ocurre en la escena para los espectadores con discapacidad auditiva, y una voz en off describe lo que sucede por si hay ciegos entre el público.

DE REPENTE, LA MAGIA

"Desde el principio, el mayor reto fue la fluidez", explica Regueros, pues había que conseguir que los actores hablasen entre sí y se moviesen en el escenario de forma natural. "Si tenemos en cuenta que muchos de ellos se comunican mediante lengua de signos apoyada y lenguaje dactilológico y que al no ver encuentran más difícil ubicarse en el espacio, se entiende que les pedíamos algo muy complicado", afirma. Más aún cuando había que conseguir que todo esto coincidiese con las voces de las sombras que doblan el diálogo.

"Llevábamos ensayando casi cuatro meses y yo pensaba que era imposible. Hasta que un día, de repente, se obró el milagro". Así rememora Javier "los primeros cinco minutos en que, de repente, todo salió bien. Fue mágico: todos se compenetraron a la perfección y diálogos y gestos se sucedían con fluidez, de forma natural. Yo supe entonces que podíamos hacerlo".

Y poco a poco, todo el grupo se persuadió de ello. Así le sucedió a Ramón Puig (el doctor en la obra), que declara estar "encantado" con la actuación y confiesa haber aprendido mucho. "Entre otras cosas, me han enseñado a proyectar mejor la voz y a hablar más despacio. Esto me ha ayudado mucho para comunicarme en el día a día", confiesa. "También he aprendido a moverme, a expresarme, y tengo ahora más confianza en mí mismo".

En esta idea de la autoestima incide también Paloma Piñeiro (Bea en la obra). "Tengo ahora mejor imagen de mí misma", explica Paloma, que antes de perder del todo la vista era una gran lectora de teatro. "Por eso me hizo tanta ilusión cuando me eligieron para el papel".

MÁS COMUNICACIÓN

Además de expresión corporal e interpretación, Paloma ha aprendido lengua de signos y dactilológico para comunicarse mejor con su pareja en escena, que no tiene ningún resto auditivo.

"Parece increíble, pero se comunican a la perfección". Quien así habla es Ángel Llena, una de 'las sombras' que ponen voz a esta obra y que se ocupa del doblaje de Armando, interpretado por Antonio Sedeño.

Según Ángel, "dada la temática un tanto fúnebre de esta obra, las sombras venimos que ni pintadas. Nosotros nos sentamos detrás de los actores, todos vestidos de negro y con máscaras, y nos limitamos a ponerles voz a quienes no pueden hablar".

Sin embargo, en el caso de Ángel este 'doblaje' tiene un mérito añadido. Él es ciego y, pese a ello, cuando declama el texto de Armando, su voz y los movimientos y gestos del actor coinciden a la perfección. "Por supuesto necesitamos mucha concentración, y todo ha requerido mucho trabajo para compenetrarnos. Yo sé en todo momento dónde está él y lo que hace. Por la distancia del sonido, por las vibraciones del suelo...", destaca Ángel, que lleva ya un año de voluntario en el proyecto y está "entusiasmado".

TRABAJO E ILUSIÓN

Igual de emocionados con el proyecto se muestran Javier Jorge Prado y Cristina Ferreiro. El primero se ocupa de poner voz a Miguel Llanu (uno de los celadores que aparecen en la obra) y a indicarle en todo momento cuándo tiene que actuar. Miguel es sordociego total y también tiene que saber cuándo empiezan sus intervenciones.

Por su parte, Cristina ayuda a Marina Martín a comprender las instrucciones del director y a comunicarse con el resto. Se da la circunstancia de que el escasísimo resto auditivo que le queda a Marina solo le permite escuchar unos tonos de voz determinados, y Cristina tiene la suerte de que su voz es una de las elegidas.

Esta mujer ciega es la única del elenco cuya entonación entiende Marina, algo "fundamental" para que ella se comunique con el resto. "Yo solo llevo cinco meses en esto", apunta Cristina, pero ya "me han enseñado mucho más de lo que esperaba. Lo primero, que a veces nos quejamos por tonterías; lo segundo, que esto de hacer teatro es una pasada".

A su vez, Javier Jorge compara esta experiencia con sus trabajos pasados como actor: "Es muy distinto. A lo mejor hacemos lo mismo, pero de forma muy diferente".

VOLUNTAD, GANAS Y ESFUERZO

También Javier Regueros coincide en que dirigir a este grupo no tiene nada que ver con su trabajo al frente de otras compañías. "Su fuerza de voluntad, sus ganas, su esfuerzo... no son comparables. Yo lo veo en los ensayos. Me doy cuenta de que, desde el momento cero, todo el mundo empieza a memorizar el texto y a ensayar solo en casa". En su opinión, "esto es simplemente impensable en el resto de grupos de teatro aficionado. Y claro, te animan mucho a seguir".

De hecho, Babel Teatro retomará la actividad en otoño, con la previsión de volver a representar 'Más allá' en colegios, teatros y otros espacios. "Lo estamos deseando", asegura Carlos Lima, que en la obra interpreta al mago Gran Mariano. Este mago sordociego se vuelve loco por repetir su magia en próximas funciones, y cree que cada vez le sale mejor.

Esta es la opinión general de Regueros, que está convencido del nivel artístico del grupo: "Nuestra intención es que no nos vean como gente sordociega que actúa, sino que nos vean como actores. Queremos que el público venga y se lo pase bien, porque la obra y las interpretaciones les gustan".

A la vista de las críticas recibidas, el objetivo se ha cumplido, y con creces.

(SERVIMEDIA)
21 Jul 2019
AGQ/caa/gja