Inmigración

El ‘Ocean Viking’ sigue esperando un puerto en el que desembarcar

MADRID
SERVIMEDIA

El barco de Médicos sin Fronteras (MSF) ‘Ocean Viking’ continúa navegando en aguas internacionales al noroeste de Malta, sin entrar en las aguas territoriales maltesas ni italianas. A bordo lleva 356 personas rescatadas en cuatro rescates realizados entre el 9 y el 12 de agosto. Casi una tercera parte (103) son menores de edad y de estos, 92 son menores no acompañados.

MSF y SOS Mediterranée explicaron que el pasado 13 de agosto solicitaron formalmente que las autoridades marítimas maltesas e italianas asumieran la coordinación y den apoyo para encontrar un lugar seguro, ya que son los centros de coordinación más cercanos que pueden asistir al buque. Malta ha respondido negativamente argumentando que el rescate se produjo en aguas que no son de su competencia e Italia no ha contestado.

Luca Pigozzi, médico italiano de 32 años, explica que su trabajo a bordo ahora mismo se enfoca en infecciones cutáneas y respiratorias, las más comunes entre los rescatados. Pero también se está trarando a heridos de guerra, ciudadanos libios que presentan lesiones a nivel subcutáneo causadas por la metralla de granadas, y adultos con afecciones crónicas como diabetes. Hasta ahora el equipo del ‘Ocean Vinking’ ha realizado 130 consultas médicas y 63 atenciones por heridas.

“Han pasado más de diez días del primer rescate de 'Ocean Viking' y somos conscientes de que pueden pasar días hasta que podamos desembarcar. Aunque de alguna manera el momento del rescate queda lejos, parece que fue ayer cuando vi a las personas rescatadas subir al 'Ocean Viking' completamente exhausta”, relata Pigozzi.

“Antes de ser rescatados, pasaron mucho tiempo en el mar en botes muy precarios, sin dormir, sin agua ni comida. Llegaron deshidratados, débiles, sufriendo mareos, hipotermia y quemaduras causadas por el combustible o el sol. Tras las primeras 24 horas, comenzaron a recuperarse de estos síntomas iniciales”, continúa el médico italiano.

Pigozzi explica que la emergencia a bordo más importante es la psicológica, puesto que los migrantes han sufrido y están sufriendo un gran trauma. “Muchos han sido víctimas de tortura y de violencia sexual en Libia. Hoy, mientras esperan un lugar seguro en el que desembarcar se consumen en un espacio limitado en medio del mar en el que su condición solo puede empeorar”, concluye.

ANSIEDAD Y ESTRÉS

Stefanie, médica alemana de 31 años, asegura que cualquier retraso en el desembarco provocará problemas psicológicos por la incertidumbre y la ansiedad. “Durante las primeras consultas que llevamos a cabo para identificar dolencias físicas, heridas o cicatrices, es habitual que detectemos a personas que sufren un profundo estrés, que vemos que se pierden entre sus pensamientos y se quedan mirando al vacío”, explica.

Esto puede llevar a desarrollar reacciones que no son habituales en otros pacientes, como una sensibilidad mayor o menor al dolor o incluso que surgen frente al mero contacto físico en las exploraciones médicas, así como reacciones inusuales a ciertos medicamentos.

“Algunos pacientes vienen a nuestra clínica y lloran porque no están acostumbrados a recibir atención. Algunos sienten que no la merecen. En la clínica, tenemos un espacio específico donde las personas rescatadas pueden compartir estos momentos. Sentimos admiración por su coraje y nos sentimos afortunados por poder escucharles”, relata Stefanie.

“La mayoría de los menores que tenemos a bordo (en total 103) nunca han experimentado la sensación de vivir en un lugar seguro, en un ambiente estable, o de disfrutar de un espacio seguro para jugar. Lo que sí conocen bien es cómo se siente uno estando siempre alerta, rodeado de ansiedad e incertidumbre y en constante movimiento. En las conversaciones que mantenemos con ellos vemos que esta forma de vida se ha vuelto ‘normal’”, continúa la médica alemana.

“Después de todas sus experiencias de inseguridad y el traumático viaje desde su país de origen a través de Libia hasta subirse un bote de goma, cualquier retraso en permitirles desembarcar en un puerto seguro los expondrá, de nuevo, a la incertidumbre y la ansiedad: los hará sentir que no valen nada y que no son bienvenidos”, concluye Stefanie.

(SERVIMEDIA)
21 Ago 2019
VMM/pai