Con motivo del Día Mundial de Internet, que se celebra este lunes, Rooral dio a conocer la última experiencia en Artieda, un pueblo de apenas 70 habitantes del pirineo de Aragón adonde el 8 de mayo llegó un grupo de profesionales para conformar “una micro hub tecnológica” durante dos semanas.

Todos ellos “vienen del mundo de la tecnología y han llegado a Artieda no solo a teletrabajar sino a conectarse también con la comunidad, con ellos mismos y con el entorno natural”, según explican los promotores en un comunicado.

Esta iniciativa pionera en este tipo de programas de ‘conexión desconectada’, llamada Rooral, nació con el objetivo de cerrar la brecha entre el mundo rural y el mundo urbano, organizando experiencias para teletrabajadores. Con la llegada de la pandemia y el ‘boom’ del teletrabajo, el proyecto ha consolidado su modelo de experiencias y acumula ya tres ediciones en diferentes pueblos de España.

Óscar, uno de los ‘Rooralistas’ que se encuentra en Artieda, “ha dado fe de lo gratificante y efectivo que ha sido el espacio hasta el momento”. Es emprendedor en serie y CEO de Nymiz, una empresa de Inteligencia Artificial Responsable y Ética que protege del hackeo y del abuso de datos personales.

“Esto es brutal: no solamente soy más productivo, sino que estoy de mejor humor. Me estoy obligando a darme espacios para mí y el resultado es increíble: llevo luchando por una ronda de inversión desde hace meses, y lo único que tenía que hacer era relajarme un poco: ¡Acabo de cerrar esa ronda desde Artieda!”, relató.

Algo parecido le sucede a Cristina, exdirectora de Operaciones en España de una proveedora de seguros flexibles e inteligentes, quien ahora está emprendiendo un proyecto de economía circular. También a Iñigo, director de Compras del ‘marketplace’ más grande del mundo; y a Javier, que trabaja en una ‘startup’ londinense de muebles de diseño.

La cofundadora de Rooral, Ana Amrein, considera que “hay algo especial” en teletrabajar en un municipio como Artieda con personas de diferentes orígenes de España. “Lo que me apasiona de hacer Rooral es el impacto de cada acción en los locales y en los ‘Rooralistas’. Cuando juntas mundos tan diferentes y lo haces con cariño, no paras de aprender, de expandir y de nutrir tu realidad. Está claro que estar rodeado de naturaleza nos baja las revoluciones, nos hace más productivos y le da un empuje a nuestra motivación”, agregó.