Según informó hoy la asociación El Defensor del Paciente, la mujer, de 55 años de edad, fue intervenida el 8 de junio de 2001 en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid por desviación del dedo pulgar en el pie derecho, lo que la había obligado a llevar muletas y a realizarse revisiones periódicas.

El 10 de enero de 2002 la paciente volvió a ser operada de la misma afección, pero esta vez en el pie izquierdo, prescribiéndosele con posterioridad un tratamiento farmacológico y aconsejándosele que se apoyara en el talón para caminar, mantuviese la pierna en alto, se pusiera hielo en el pie y se hiciera revisiones periódicas.

Según El Defensor del Paciente, la evolución de ambas intervenciones, fundamentalmente la del pie izquierdo, constituyó un fracaso, ya que la mujer sufría continuos dolores. Los médicos que la atendían le dijeron al respecto que tales molestias eran normales, que el pie "tenía que ir a su sitio" y que en un breve plazo de tiempo podría incluso practicar ballet.

Los dolores que padecía la paciente se fueron agudizando con el paso del tiempo y ambos pies se le deformaron, especialmente el izquierdo, sin que pudiera ponerse zapatos ni caminar. El problema llegó a afectar también a las rodillas.

La mujer decidió entonces recurrir a baños de mar para aliviar las molestias, pero debido a la deformidad de sus pies sufrió una caída y tuvo que acudir al Hospital Doce de Octubre, donde se la puso en lista de espera para volver a ser intervenida de la desviación del pulgar, tras la cual aún no ha sido dada de alta. También tuvo que recibir tratamiento psiquiátrico debido al estado depresivo en que se encontraba.