En un acto convocado por su sindicato afín, Solidaridad, por el Primero de Mayo en el barrio madrileño de Chamberí, y ante unas 2.500 personas según la organización, Abascal describió el día como de “rebelión frente a la crisis, frente a la angustia, frente a la desesperanza a la que nos ha condenado una izquierda traidora que es cómplice de los poderosos transnacionales”, y que junto a los sindicatos quiere dividir a los españoles en clases sociales, la “vieja cantinela marxista”.

Él dio la vuelta al enfoque para diagnosticar que “hay dos clases, hay dos grupos enfrentados en un orden económico y político que está llevando a los españoles a la miseria”. A un lado, situó a “las oligarquías transnacionales, frívolas, apátridas”, que dan lecciones a los demás sobre cómo tienen que comportarse, y al otro al “pueblo honrado, trabajador, sencillo, esforzado, decente, que ha tenido la insolencia de pretender conservar lo suyo, que ha tenido la insolencia de pretender una casa como la tuvieron sus padres, de tener un trabajo estable, de formar una familia, de que se puedan conservar sus costumbres”.

Las primeras contarían con “la complicidad de los partidos y sindicatos” mayoritarios, a quienes llamó “tontos útiles en la política y en el sindicalismo”. Para el segundo quedarían las “facturas asfixiantes para las familias que no llegan a fin de mes, la persecución del diésel y de nuestros modos de transporte, cuando aún no se ha encontrado un relevo ni es posible una transición energética y la criminalización del campo para entregarnos a la competencia desleal”.

El líder de Vox ironizó que en el Gobierno tienen “el bálsamo de Fierabrás para resolverlo todo, el remedio para todo, la varita mágica, que es la subida fiscal”, para “destruir a la clase media, ahogar a los autónomos, hacer inviables a las empresas y hacer que los trabajadores cada vez tengan menos dinero para llegar a fin de mes”.

"SINDICATOS DEL CRIMEN"

Sobre UGT y CCOO, “los sindicatos del crimen”, les recriminó que “sólo han salido a las calles en Madrid, como si la sanidad no tuviera problemas en toda España”, mientras “callan como muertos” y han evitado protestar contra el Gobierno de Pedro Sánchez, pero que, cuando cambie el Gobierno, “se van a echar a la calle a romper la convivencia, a traer violencia y a forzar huelgas”. Eso sí, les advirtió: “Van a tener un Gobierno que no les va a tener miedo, que les va a quitar las subvenciones y que les va a poner en su sitio como ha hecho el Gobierno de Castilla y León”.

Él sí reprochó al Gobierno haber inducido a muchos españoles el “miedo al futuro”, la sensación de que es inalcanzable comprar una vivienda y formar una familia, y que “los centros de la ciudad están prohibidos para muchos”, aunque se les permita “que se queden en los barrios periféricos con la inmigración masiva y descontrolada a la que les condenan los que les condenan aquéllos que viven en sus mansiones, rodeados de altos muros”.

En la clase “transnacional” incluyó al PP, a quien le afeó que se ofendiera por la lona en la que le situó junto a otros partidos como Bildu y se reafirmó: “Hay personas muy distintas, de distinta catadura moral, pero todos se comen el pastel de la agenda 2030; unos y otros”. Así, citó que el exministro José Manuel García-Margallo ha definido dicha agenda como el Evangelio, y que la Comunidad de Madrid tiene una oficina para cumplirla.

Finalmente, hizo mención a la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, como una nueva líder a la que “se sacan de la chistera” pero es “la ministra de sumar parados”, según bromeó uniendo su cargo ministerial y el nombre de su plataforma electoral.