Gaza
Los bombardeos en Gaza provocan unos 21.000 niños con discapacidad en dos años
- Unos 21.000 niños han adquirido una discapacidad y decenas de miles presentan heridas físicas y psicológicas, según Naciones Unidas y Médicos Sin Fronteras
- El 94% de los hospitales está destruido o fuera de servicio y “en Gaza falta de todo, incluso la idea de un futuro”

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El infierno salió a la tierra en Israel hace justo dos años. Cientos de terroristas de Hamas aparecieron por sorpresa el 7 de octubre de 2023 desde sus escondites en túneles bajo Gaza para cometer el mayor atentado de la historia del país. Murieron 1.219 personas, en su mayoría civiles. Asesinaron a niños y violaron a mujeres sin compasión alguna. Además, secuestraron a 251 personas que se llevaron a Gaza. Dos años después, la sangre ahora tiñe de rojo Gaza y el negro cubre de luto toda la franja por las represalias desorbitadas del Gobierno de Benjamin Netanyahu. Quienes sobreviven se enfrentan a graves secuelas psicológicas y a situaciones sobrevenidas de discapacidad por mutaciones y trastornos mentales.
Uno de ellos es Mohammed Mazen, un joven padre palestino con una pierna amputada por la guerra, que relata cómo se sobrevive cuando el dolor no se detiene. “Perdí mi pierna izquierda debido a la guerra en Gaza”, cuenta en una entrevista a Servimedia Mohammed Mazen, un joven de 30 años que vive en la Franja. “Me lesioné la pierna por primera vez hace años durante una guerra de dos semanas y entonces me amputaron por debajo de la rodilla. Más tarde, en la guerra actual, me lesioné de nuevo y ya me la amputaron completamente por encima de la rodilla”.
Cuando perdió la pierna su vida trastocó. “Antes llevaba un ritmo que hoy me resulta extraño porque trabajaba en una tienda de frutos secos y mantenía a mi familia. En cambio, ahora me he vuelto incapaz de hacer nada por mí mismo”, se lamenta. La rutina se ha vuelto un circuito de obstáculos para Mohammed. “No hay analgésicos, no puedo moverme de un lugar ni ir a ningún lado sin que alguien me acompañe y conseguir dispositivos de apoyo es casi imposible. Necesito una silla de ruedas y dos muletas nuevas", se lamenta. Al dolor hay que sumar el hambre. “Estamos en guerra y no hay vitaminas, y nuestros cuerpos están débiles. Mi peso bajó de 95 a 70 kilos”.
En medio de la escasez, Mohammed se aferra a su fe y en los suyos. “Mi esposa me ayuda a ir al baño y me asiste. Para moverme, mi vecino, cuñado o mi hermano también me echan una mano.” Además, la ONG Laud Al-Auda ha acompañado a esta y otras muchas familias gazatíes en cada desplazamiento de urgencia que han tenido que afrontar.

DE CATASTRÓFICO A APOCALÍPTICO
Para Gisela Silva, psicóloga ecuatoriana de Médicos Sin Fronteras, la cronología de Gaza se partió en dos. “La primera vez que fui a la Franja fue en marzo de 2024. Me sorprendió la actitud de los gazatíes, llenos de vida, con cierto optimismo, como diciendo ‘ya se va a arreglar la situación’”, relata la psicóloga a Servimedia. Recuerda que en aquel momento "la frontera de Rafah (con Egipto) permanecía abierta y entraba comida y productos de primera necesidad.”
Su segundo viaje, en cambio, fue como un portazo a esas esperanzas. “Estuve de diciembre de 2024 a febrero de 2025. Todo se volvió de catastrófico a apocalíptico. Cerraron el paso por Rafah, la comida se redujo un montón y había más desnutrición infantil y también en mujeres embarazadas", rememora. En la consulta, el sufrimiento se encarnaba en los niños. “Vimos conductas regresivas, mutismo selectivo y tartamudez súbita. Niños que ya hablaban dejaron de hacerlo; otros que ya caminaban querían estar solo en brazos". El hambre interrumpe el desarrollo y “debido a la falta de alimento no se desarrollan adecuadamente los músculos ni los huesos”.
La psicóloga subraya que se restringió la entrada de medicamentos esenciales. “Había que elegir a qué pacientes podíamos suministrar medicación psiquiátrica. Si no puedes sostener un tratamiento de 6 a 12 meses, provocas un daño mayor que si no le das nada”, sostiene.
La consecuencia fue una espiral de riesgo. “Hubo brotes psicóticos sin acceso a medicación, derivaciones y activación de protocolos de seguridad con frecuencia.” En una sociedad donde el suicidio es tabú, el dolor buscó salidas indirectas. “Algunos pacientes nos decían: ‘Yo quiero ser un mártir’. Querían ir a las zonas prohibidas para que los mataran. En realidad, es una forma de suicidio indirecto”. Cuenta Gisela que “el miedo se volvió un hábito” y que la “gente no quería salir de la casa”. “Me decían: ‘Si voy a comprar pan, me da miedo regresar y encontrar mi casa destruida o no encontrar a mi familia’”.
UNA GENERACIÓN HERIDA POR LA GUERRA
“El daño no terminará con un alto el fuego inmediato”, asevera. “Los niños son resilientes, pero la afectación no se verá ahora sino en la adolescencia o cuando alcancen la mayoría de edad con severos problemas de identidad, adicciones o agresividad.”
Son niños que se quedaron sin sus redes de apoyo, “más o menos 40.000 niños sin referentes familiares”. “Esto no es estrés postraumático porque aquí el trauma sigue, es un 'continuum'”. Gisela cuenta cómo ha visto a padres “congelados” en su vida anterior a aquel 7 de octubre de 2023, con el cerebro “desenchufado”, incapaces de conectarse. “En esos hogares los niños se vuelven adultos y reciben el mayor impacto".
La red sanitaria de Gaza, ya frágil, ha colapsado. Según el Health Cluster coordinado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), antes de la guerra unas 52.000 personas con discapacidad (de un total de 90.000) recibían terapia rehabilitadora. Hoy apenas 2.500 acceden a algún tratamiento.
Además, “el 94% de los hospitales han sido destruidos”, apunta el informe de la OMS, y “más de la mitad operan por debajo de su capacidad”. “El 83% de la población con discapacidad habría perdido dispositivos de ayuda básicos como sillas de ruedas, bastones”, como le sucede a Mohammed, que depende de algún familiar para realizar cualquier tarea cotidiana.
Las consecuencias se cifran en cuerpos y en duelos. Según un informe del Comité de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, “18.000 niños han sido asesinados” y “40.000 han sufrido heridas de guerra” desde el inicio de la invasión.
Tras dos años de guerra, al menos 21.000 niños han adquirido una discapacidad y decenas de miles más cargan con heridas físicas y psicológicas que requerirán acompañamiento sostenido durante la adolescencia y la entrada a la adultez.
Las historias de Mohammed y Gisela respiran dentro de un contexto en el que la consigna es resistir. Como apunta la voluntaria de MSF, “en Gaza no se vive, se sobrevive porque la exposición al trauma es constante. Falta de todo, incluso la idea de un futuro”.
(SERVIMEDIA)
07 Oct 2025
AOA/mag/pai