En la ciberacción conjunta se indica que el cierre de Garoña es completamente factible desde el punto de vista energético, tecnológico y económico, y lo más recomendable desde el plano medioambiental, de salud pública y de seguridad, ya que la central nuclear "funciona de forma muy peligrosa y es un factor de riesgo para los ciudadanos y el medio ambiente".

Estas organizaciones ecologistas afirman que la central nuclear de Garoña, inaugurada por Franco en 1971, "tiene un diseño obsoleto y fuera de normativa y está aquejada de graves problemas de seguridad".

Además, aseguran, sufre un proceso de agrietamiento múltiple por corrosión que afecta a diversos componentes internos de la vasija del reactor, el corazón de la central nuclear, ya que alberga el combustible de uranio.

Este agrietamiento empeora irreversiblemente con el tiempo, según ha reconocido el propio Consejo de Seguridad Nuclear ante el Parlamento, dice la plataforma, que subraya igualmente que es una central totalmente amortizada desde hace años.

Sin embargo, concluye la plataforma, aunque su permiso de explotación termina el 5 de julio de 2009, la compañía propietaria, Nuclenor, "en un mero afán de obtener más beneficios, y haciendo caso omiso de los graves problemas de seguridad de la central y de su pésimo registro de funcionamiento, ha pedido una prórroga de otros 10 años para la central".