Medio ambiente

La ecologista que lucha desde la silla de ruedas para "frenar la emergencia climática y la pérdida de biodiversidad”

- Afirma que seguirá “bastante tiempo vinculada con “el ecologismo, el pacifismo y el ecofeminismo”

- Hoy se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente y se cumplen 50 años de su instauración

MADRID
SERVIMEDIA

Greenpeace tiene en su equipo de activistas a Cristina Campos, una madrileña risueña y humilde que tiene en su honor ser la única deportista en España que ha ganado los principales títulos nacionales oficiales de baloncesto en silla de ruedas: liga masculina, liga femenina, Copa del Rey y Copa de la Reina.

Campos, de 45 años, relata a Servimedia su experiencia como persona comprometida con la lucha contra la crisis climática y la defensa de la biodiversidad, así como su pasado como jugadora de baloncesto en silla de ruedas, coincidiendo que este lunes se cumplen 50 años del Día Mundial del Medio Ambiente.

Esta jornada se celebra cada 5 de junio porque en esa fecha de 1972 tuvo lugar en Estocolmo (Suecia) y bajo los auspicios de Naciones Unidas la primera gran cumbre sobre temas relativos al medio ambiente: la Conferencia sobre el Medio Humano.

Este año, la ONU centra el Día Mundial del Medio Ambiente en la batalla contra la contaminación por plásticos. No en vano, la humanidad produce más de 400 millones de toneladas de plástico al año, de las cuales solo un tercio se utiliza una vez y apenas un 10% se recicla.

Además, cada día se vierte a mares, ríos y lagos una cantidad de plástico equivalente a la caga de más de 2.000 camiones de basura. En esos espacios acuáticos acaban entre 19 y 23 millones de toneladas de residuos plásticos al año, un peso similar a 2.200 torres Eiffel juntas.

“Empecé a fijarme en Greenpeace por la campaña que hizo para evitar la extinción de muchas especies de ballenas. Me llamó muchísimo la atención y esa fue la razón por la que me hice socia cuando cumplí los 18 años, para apoyar la defensa de la biodiversidad”, rememora.

Campos tiene una paraplejia que la obliga a desplazarse en silla de ruedas tras un accidente en una atracción de feria en Parla (Madrid) cuando tenía 11 años, en 1989.

EL DEPORTE DE LA CANASTA

Durante su estancia en el Hospital Nacional de Parapléjicos, en Toledo, conoció el baloncesto en silla de ruedas y el tenis de mesa, deportes que practicó durante un tiempo hasta que finalmente se decantó por el de la canasta.

Durante más de dos décadas, entre 1993 y 2015, Cristina Campos compitió en baloncesto en silla de ruedas vistiendo los colores del ADIL de Leganés (Madrid), Peraleda (Toledo), el CID de Getafe, el Fundosa ONCE y el FDI Alcorcón.

Una particularidad de Campos, que actualmente reside más con sus padres en Conquista de la Sierra (Cáceres) que en su propia casa de Parla, es que es la única deportista en España en ganar la liga masculina, la liga femenina, la Copa del Rey y la Copa de la Reina.

La explicación está en que en su palmarés figura la liga femenina y la Copa de la Reina con Peraleda Labarta en las temporadas 1995-96 y 1996-97, y poco después ambas competiciones desaparecieron por la escasez de jugadoras, que compiten desde entonces en equipos mixtos con hombres. Además, contribuyó a que el Fundosa ONCE se adjudicara dos ligas (temporadas 2006-07 y 2008-09) y tres Copas del Rey (2007, 2008 y 2009).

Campos colgó la silla de ruedas de competición tras el Europeo celebrado en Worcester (Reino Unido) en 2015 y después de haber sumado 58 internacionalidades con la selección española y de participar en seis campeonatos continentales.

DERECHOS HUMANOS

Entrenamientos, partidos y viajes no impidieron que se formara hasta licenciarse en Humanidades y concluir un máster en Gestión y Prevención de Crisis Internacionales, lo que abrió la puerta de los derechos humanos a Campos.

De hecho, trabajó en la Fundación ONCE entre 2009 y 2020, primero en el Departamento Internacional -con el que formaba parte de la Secretaría de International Disabillity Alliance, una ONG con sede en Ginebra (Suiza) que defiende los derechos de las personas con discapacidad en el sistema de derechos humanos de la ONU- y después como técnica experta en el Comisionado para Universidades, Juventud y Planes Especiales, donde gestionó convenios y proyectos nacionales y europeos relacionados con la educación inclusiva.

“Dejé de trabajar porque tenía insuficiencia venosa por pasar mucho tiempo sentada en la silla, unida a fuertes dolores neuropáticos que tenía y sigo teniendo. Con lo que me dieron la incapacidad laboral. Tenía muchísimos problemas de salud, me centré en mí y en llevar una vida normal como cualquier otra persona”, apunta.

Entonces, inició una nueva etapa vital de la mano de Greenpeace. “Antes me resultaba imposible comprometerme por el deporte, los estudios y el trabajo, por el que viajaba muchísimo. Cuando empecé a encontrarme mejor de salud decidí hacerme voluntaria y empezar a colaborar de manera más activa con ellos”, indica.

De hecho, el año pasado comenzó a participar en la Red de Educación de Greenpeace, de manera que imparte charlas de concienciación en colegios, institutos, centros de día para personas mayores o centros para personas con discapacidad.

“UN MOMENTO MUY ESPECIAL”

Pero antes, en junio de 2021 y apenas mes y medio antes de la conclusión del último estado de alarma decretado en España para frenar la expansión del coronavirus, Campos dio un impulso adelante en su primera acción como activista de Greenpeace. “Significa que puedes participar en acciones tan emblemáticas como ponerse delante de barcos o subir edificios y desplegar pancartas”, comenta.

Así, ella formó parte de los más de 100 activistas de Rebelión por el Clima, plataforma de la que forma parte Greenpeace, que bloquearon el acceso al Repsol Technology Lab, centro tecnológico de investigación que esta compañía tiene en Móstoles (Madrid), con el fin de denunciar la responsabilidad de esta empresa energética en la crisis climática y solicitar el cese de sus actividades fósiles lo antes posible y no más tarde de 2040.

En ese momento, todavía con mascarillas obligatorias, algunos activistas subieron a una estructura piramidal formada por barras y estuvieron algunas horas a unos cuatro metros de altura para dificultad su desalojo por parte de las autoridades policiales.

Cristina Campos fue una de las activistas que subió a uno de esos trípodes mediante un sistema de poleas y permaneció suspendida en el aire junto a su silla de ruedas. “Estuve arriba unas cuatro horas. Ser activista y participar en ese tipo de acciones no es fácil, necesitas una formación especial. Estar tanto tiempo subida y sin poder moverte fue muy duro. Lo bueno es que cuando preparas ese tipo de acciones trabajas mucho con las compañeras y los compañeros, y creas un vínculo muy especial. Nos ayudamos muchísimo en esos momentos en los que puedes sentir un poco de agobio por llevar tanto tiempo sin moverte y la policía te intenta desalojar”, afirma.

Campos revindica que se trató de “una acción no violenta y nos resistimos de manera pasiva al desalojo”. “Conseguimos llegar a cabo toda la acción. Pudimos bloquear las puertas y para mi fue un momento muy especial porque no solamente pude participar en una de esas acciones tan visuales y potentes que hace Greenpeace, que era algo que siempre había querido hacer, sino que de alguna manera se visualizaba el problema de las emisiones de CO2”, comenta.

A este respecto, destaca: “Una persona con movilidad reducida puede formar parte de ese tipo de acciones y, además, visibilizar que las personas con discapacidad no solamente defienden sus propios derechos, sino que pueden estar involucradas en otro tipo de activismo y participar en el movimiento ecologista, por ejemplo. En mi caso es para frenar la emergencia climática y la pérdida de biodiversidad”.

Probablemente, esa experiencia quizá no sea la única en la que Cristina Campos colabore como activista de Greenpeace. “Me apuntaré a otras cuando pueda. Seguiré participando en Greenpeace, es una organización con la que me siento muy identificada con sus principios, que se basan mucho en el ecologismo, el pacifismo y el ecofeminismo. Seguiré bastante tiempo y hasta que pueda siendo voluntaria y activista”, concluyó.

(SERVIMEDIA)
05 Jun 2023
MGR/clc/pai