LOS ESPAÑOLES SON CRITICONES, VAGOS, SUCIOS E IMPUNTUALES, SEGUN LA "GUIA DE LAS MALAS COSTUMBRES" DE FRANCISCO GAVILAN

MADRID
SERVIMEDIA

Los españoles son criticones, impuntuales, vocingleros, vagos, irresponsables, sucios, mandones y borachines, según enumera el libro "Guía de las malas costumbres españolas", escrito por el sociólogo Francisco Gavilán, presentado hoy en el programa "Cambia la cara", que dirige Constantino Romero en Radio 1 de RNE.

Estos hábitos perniciosos no son fáciles de erradicar porque la inmensa mayoría de la población no sólo los mantiene, sino que se sienten orgullosos de tenerlos y se han convertido en rasgos de identificación frente a otros países, explicó el autor.

"La necesidad de comentar, cuchicher y criticar dentro del ambiente laboral de una oficina se convierte en algo tan importante como la profesión misma", afirmó el sociólogo, "y generalmente se suele hablar mal de todo y de todos: siempre buscamos la culpa fuera de nosotros".

El libro señala que tenemos tal afán de irresponsabilidad que pretendemos que nuestra conducta siempre es acertada y cuando no lo es, hacemos ver que imitamos la de alguien, que no somos nosotros mismos, y así se dice que bebemos como cosacos, que fumamos como un crretero, nos engañan como a chinos o nos hacemos los suecos.

INSULTOS BARATOS Y SIMPLES

En cuanto a los insultos, Gavilán aseguró que a los españoles nos falta la ironía de los ingleses o el nivel intelectual de los alemanes para crear increpaciones realmente ingeniosas y utilizamos injurias baratas, muy simples, que hieren porque son muy directas, pero que en muchos casos pecan de imprecisas.

Según el libro de Gavilán, hasta tal punto la mayoría de los españoles son incapaces de llegar a una cta o una convocatoria a la hora prefijada que ser puntual es casi un defecto en este país y la gente siempre espera que los acontecimientos empiecen con cierto retraso.

"En algunas ocasiones, hay personas que te citan 'de seis a siete', que van sesenta minutos de diferencia", señaló el autor, "pero son formas que están aceptadas por la generalidad, e incluso, si acudes puntualmente a una cita, aunque sea profesional, das la sensación de que no tenías nada que hacer".

HABLAR A GRITOS

Otro rasgo aracterístico de la idiosincrasia hispana es la afición a hablar a gritos y a la vez que los otros interlocutores, lo mismo cuando se tienen razón que cuando no, y Gavilán achaca este fenómeno, entre otras razones, "a la frustración que sentimos ante la falta de argumentos para convencer a los demás".

La vaguería de los españoles se traduce en una vocación de jubilado, según el escritor, quien afirmó que "a todos nos gustaría ir al trabajo sólo a fin de mes, para saludar al pagador de nóminas, porque a pereza es un derecho adquirido".

También resalta el libro el carácter sucio de los hispanos, capaces de tirar a la orilla del mar o de un pantano todo tipo de desperdicios, arrojar porquerías en la acera y dejar caer en los bajos de la barra de un bar los restos de nuestra consumición.

La administración pública es una muestra palpable del afán de mandar que todo español esconde, que según Gavilán es, después del sexual, el impulso más fuerte que sentimos, y los burócratas se preocupan más de cotrolar las cosas e imponer su autoridad que de procurar que funcionen.

"España es un país alcohólico, apostólico y romano", comentó jocosamente el sociólogo para describir la necesidad imperiosa que hay en este país de ingerir bebidas de diferente graduación a todas horas del día, con cualquier pretexto. "Aquí se bebe cuando las cosas van bien y también cuando van mal", concluyó.

(SERVIMEDIA)
10 Mayo 1993
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