Semana Santa

Un nazareno hace su estación de penitencia casi a ciegas con la Quinta Angustia de Sevilla

- "Mi vista se ha ido degenerando con el tiempo y en la actualidad tengo una discapacidad visual del 78%", relata Jaime

- "Uno ya tiene sus trucos y sus referencias para no caerse e ir perfectamente formado en la cofradía con el resto de los hermanos"

MADRID
SERVIMEDIA

Jaime es un nazareno con discapacidad visual que vuelve esta Semana Santa a cumplir con su cita con Sevilla. Lo hace descalzo y casi a ciegas bajo su capirote morado de la hermandad de la Quinta Angustia, que sale en la tarde de este Jueves Santo rumbo a la catedral para cumplir con su estación de penitencia.

Jaime y otros 750 nazarenos arropan el conjunto escultórico de esta pontificia y real archicofradía hispalense: representa el momento en el que Jesús es descendido de la cruz por José de Arimatea y Nicodemo. En la parte inferior y sosteniendo la sábana donde fue amortajado, están la Virgen María, San Juan, María Magdalena, María Salomé y María Cleofás. La escena la preside un peculiar crucificado que cuelga, literalmente, de unas tiras de tela en pleno descenso de la cruz.

Bajo las tallas, engalanadas con claveles rojos "sangre de toro", como mandan los cánones, 46 costaleros llevan al Cristo de Pedro Roldán (1659) desde la iglesia de La Magdalena, por un trayecto que arranca y concluye en ese punto de la calle de San Pablo, milimétricamente programado entre las 20.10 de la tarde del jueves y las 00.40 del viernes, acariciando 'la madrugá'.

"Cuando yo me hago hermano de la cofradía no tenía ni siquiera el certificado de discapacidad. Veía bastante bien, pero mi vista se ha ido degenerando con el tiempo y en la actualidad tengo una discapacidad visual del 78%. Pero salgo de la hermandad sin ningún problema, aunque en la vida cotidiana llevo un bastón", relató el nazareno a Servimedia.

Pese a la túnica, los pies descalzos y la visión reducida Jaime sólo precisa algo de ayuda de alguno de los 2.300 hermanos de la Quinta Angustia cuando se desplaza por la iglesia de La Magdalena. "Por si hay algún escalón, pero yo hago la estación de penitencia completa, que son cuatro horas y media, completamente autónomo y solo", prosiguió.

"A pesar de no ver, uno ya tiene sus trucos y sus referencias para no caerse e ir perfectamente formado en la cofradía con el resto de los hermanos. La experiencia de tantos años, y como en los primeros que salí veía bastante bien, siempre ayudan. Aunque en todo este tiempo ha cambiado cierta parte de la configuración de las calles de Sevilla", relató.

Lo que no reconoce este nazareno puntual es su gran memoria, como se atisba cuando cuenta que en 1990 uno de sus primos le llevó de Sevilla a Madrid una hoja de inscripción para adherirse a la hermandad.

"Mi familia por parte materna es sevillana y mi abuelo era hermano de esta cofradía y desde pequeño mis padres nos llevaban a la Semana Santa a ver los pasos por la calle y a ver a la familia que salía casi toda en la cofradía", justificó este madrileño de corazón sevillano que no falla a su cita hispalense desde que cumplió 16 años, salvo por culpa de la pandemia.

Precisamente, en el templo de cabecera de su hermandad, La Magdalena, es donde Jaime se encuentra cada Semana Santa con sus familiares. "De hecho hay algunos que viven en Madrid que solo los veo allí. No quedamos durante el año y es curioso".

Sus sensaciones en ese lugar son una mezcla de emociones: "Una vez que te pones el capirote y sales a la calle, aunque estoy rodeado de gente, yo me encierro en mí mismo y empiezo a pedir por mis cosas, a recordar a los familiares que ya no están y que siempre nos acompañaban y a pedir por la gente a la que quiero. Es a lo que me dedico durante las cuatro horas y media de recorrido: a vivir la fe junto al Descendimiento".

SILENCIO SEPULCRAL

"Una de las experiencias más singulares de toda la estación de penitencia es el paso por la Catedral de Sevilla que la mayoría de la gente conoce como turista", añadió Jaime, en referencia a esta iglesia que tiene como campanario la popular torre de la Giralda. "El pasar como hermano nazareno es totalmente diferente. Incluso parece un edificio distinto. Hay un silencio sepulcral mientras uno de los hermanos de la cofradía está leyendo el pasaje de la Biblia que representa nuestro paso. Se vale rezando una estación del Vía Crucis y ese acto de fe te hace como renovarte y transformarte", agregó.

En cuanto a lo de su discapacidad, reconoció que apenas sólo sus conocidos lo saben. "En la cofradía soy uno más y no tengo ninguna ayuda porque yo me considero lo suficientemente autónomo para poder hacer la estación, uno de los preceptos de la Quinta Angustia, que dice es que uno debe de hacer la estación de penitencia pero sus propios medios", remarcó.

Bajo el capirote, las luces de la noche de la primavera sevillana se cuelan ante los ojos emocionados de Jaime. Él reza y escucha, es su peculiar forma de cumplir la estación de penitencia. "El año pasado se recuperó la banda de música tras el paso, que dejó de estar en 1904. Es decir, yo siempre he ido con un paso que sólo llevaba música de cámara y unos niños cantores".

"Por último, este año, tengo mucha ilusión de disfrutar una vez más de la cofradía, no solo por lo que significa por lo religioso, sino también para ver a mucha gente que no he podido ver durante el año, dar un abrazo a los familiares de los que hemos perdido durante el camino, que en los últimos meses ha sido unos cuantos", concluyó.

(SERVIMEDIA)
06 Abr 2023
AHP/pai