Todo comenzó con María del Mar Reyes, militante de Izquierda Unida desde hace 12 años y que desde las anteriores elecciones ha ido subiendo hasta ser hoy, a petición de sus compañeros de formación, la segunda de la lista tras el candidato a la Alcaldía, Pedro Pablo Santamaría. Afiliada a la ONCE, de 53 años y ciega total desde los siete, vendió cupones hasta que hace cuatro le otorgaron la discapacidad permanente por sus jaquecas crónicas.

Ella relata en una entrevista a Servimedia que, más que por ideología, se metió en política “por ayudar a la gente”, y que se encontró con que en IU no le preguntaron qué pensaba. “Vi que se podía ayudar”, atestigua, especialmente en materia de accesibilidad e inclusión. “Dentro de mis limitaciones, soy capaz de llegar. Si mis compañeros me ofrecen el número 2, es porque me ven capaz”, atestigua.

Aunque apunta que Rota, en esta materia, está mejor que los municipios que la rodean, considera que su presencia en política “puede ser la puerta que abra a otras personas con discapacidad” la vocación del servicio público. “Se pueden hacer muchas cosas. Si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo va a hacer por nosotros?”, se pregunta, para concluir: “Es una oportunidad”.

Por el momento, ya es la puerta por la que ha ingresado en la candidatura su hermana Lourdes, dos años mayor, también afiliada a la ONCE y vendedora de cupones. En su caso, con una discapacidad visual del 88%. Ella también mostraba “inquietudes” por cambiar las cosas. “Le dije que me ayudara, que arrimáramos el hombro. Es mejor arreglar los problemas desde dentro”, explica María del Mar.

Lourdes argumenta de forma similar a su hermana el motivo por el que se decantó por IU hace cuatro años: “Siempre me han ayudado y he visto que son los que más ayudan. Nunca preguntan de qué partido eres”, agradece. Aunque en su estreno en el puesto 22 de la lista tiene imposible acceder al Pleno municipal, ella se conjura también a mejorar la accesibilidad de Rota. Y se pone el listón alto: “Vamos a ir viendo cosas que se puedan mejorar para ser la envidia de España”.

Lo hará desde su propia experiencia personal: “Para mí las señales de tráfico son todo grises, les pediría que les den un poco de colorido. Los bancos por la noche son negros y me choco”. Asegura que están “en contacto con todas las asociaciones” y que ella y su hermana van “a todas partes juntas”. “Vamos viendo todos los problemas que hay por el camino, o más bien tragándonoslos. A veces vamos con la cabeza baja para que no se nos vean los golpes que nos hemos dado”, bromea.

ESPINA BÍFIDA

En sus paseos por Rota, a veces se une a las dos hermanas Leopoldo Diego García, que lleva sus 30 años de vida en silla de ruedas por espina bífida. Confiesa que en IU lleva “muy poquito tiempo”, pero relata a Servimedia que ya antes ha desarrollado una trayectoria en el movimiento asociativo en la ONG Somos Más, que trabaja, no sólo por la movilidad y la accesibilidad, sino también por la sostenibilidad y la movilidad. Un compromiso en paralelo a su experiencia profesional en la editorial SM y sus prácticas en la televisión local.

“Me llamaron ellas a principios de año y aquí estoy”, explica, coincidiendo con las hermanas Reyes en que “Izquierda Unida es quien más se ajusta a estas cuestiones”. También comparte su visión de que Rota no está mal en comparación con otros pueblos, pero sostiene que “se pueden mejorar las infraestructuras” y también “la empatía”.

En este sentido, no se considera el peor parado con su discapacidad física, sino que advierte de que “los grandes olvidados son los ciegos, los sordos, las personas con discapacidad psíquica”. “En la inmensa mayoría de los bares, una persona sorda o ciega encuentra muchas dificultades porque el personal no conoce la lengua de signos, y la carta no está en braille”, lamenta, encarnándose en ejemplo vivo de la empatía que reclama a la sociedad.

María del Mar y Leo detallan que, de momento, han conseguido que el programa electoral de IU ya incorpore un apartado específico sobre accesibilidad, que antes estaba “diseminado en las demás áreas”. Ese apartado comprende medidas tanto para las personas con movilidad reducida como para la que tienen discapacidad visual o psíquica.

Por ejemplo, reclama que en las administraciones públicas haya funcionarios que manejen la lengua de signos, “máquinas parlantes” que avisen de cuándo le llega su turno en la cola a una persona con discapacidad visual o que los discapacitados psíquicos tengan su propio pictograma distintivo.

También llama a impulsar el uso del lenguaje braille, a crear un comité de discapacidad que supervise todas las obras públicas que se emprendan en materia de accesibilidad, para evitar situaciones como la del carril bici de Rota, que, una vez construido, se ha revelado lleno de giros y cruces que, denuncia Leo, son cuando menos “poco accesibles”.

“Tenemos que hacer medidas realistas. Prometer que, de un día para otro, el municipio va a ser totalmente accesible, parecería mentira. Es algo lento y caro, pero podemos intentar fomentar la inclusión y que la inmensa mayoría de las personas con discapacidad puedan desplazarse y disfrutar del municipio”, reflexiona el más joven del trío.