La última edición de la encuesta 'ESTUDES' señala que el 19,6% de estudiantes en España (19,6%) tomaron hipnosedantes alguna vez en su vida, mientras que el 14,8 % lo hizo en el último año y un 8,2 % en los últimos 30 días. Estos fármacos son habitualmente recetados para tratar ansiedad o insomnio, según informó Fad Juventud a través de nota de prensa. Estas cifras son superiores a las del conjunto de la población: una de cada ocho personas en España (12,3%) consumió hipnosedantes en el último año, según los datos de la encuesta EDADES 2023. Los datos demuestran que la consumición es especialmente aguda entre la juventud, donde está normalizada la medicalización de los malestares emocionales a edades cada vez más tempranas.

En la mayoría de los casos, el consumo se produce tras una prescripción médica. Sin embargo, en muchos de ellos no hay un seguimiento continuado ni alternativas terapéuticas paralelas y, además, el 10 % de los y las estudiantes consume hipnosedantes sin receta médica. Esto apunta a un acceso informal que escapa al control sanitario y que, en muchas ocasiones, se atiene a una primera experimentación con la sustancia.

En cuanto a género, las chicas consumen casi el doble que los chicos: el 26,1 % de las estudiantes de entre 14 y 18 años tomaron hipnosedantes alguna vez en la vida, frente al 13,3 % de los chicos. Según el grupo de trabajo sobre género del Consejo Español de Drogodependencias y Adicciones, órgano consultivo de la delegación del Gobierno del Plan Nacional sobre Drogas, detrás de muchas recetas hay respuestas precipitadas al estrés de los cuidados, la sobrecarga emocional o las violencias cotidianas que atraviesan sus vidas, lo que refleja una medicalización estructural del desgaste femenino.

Según Beatriz Martín Padura, directora general de Fad Juventud, “no sería recomendable para nuestra salud colectiva que la medicación -y mucho más la automedicación sin receta- sea una salida rápida ante problemas mucho más complejos, o una forma de silenciar síntomas”. Además, añadió que “no cuestionamos el uso médico de estos fármacos. Pero sí su uso como única respuesta al malestar emocional y problemas de salud mental, en muchos casos sin acompañamiento psicológico ni espacios donde hablar de lo que duele o produce malestar”.