Así lo expuso en su segunda intervención en un acto sectorial sobre feminismo en forma de mesa redonda celebrada en el Teatro Pavón de Madrid dentro de la campaña de las elecciones generales del domingo 23 de julio. Una segunda intervención en la que, pese a esa distinción respecto a Montero, también observó que “las de abajo no nos podemos dividir”.

Díaz abrió el acto respondiendo, a pregunta de la moderadora, que se pone “al frente” de sus seguidores, pero sólo un pasito más adelante”, porque el 23 de julio “nos jugamos el futuro, las libertades”. Así, aventuró que la derecha podría derogar el matrimonio homosexual porque los “cavernícolas” creen que sólo puede caber el “sacramental”, el aborto o la 'ley trans'.

Partiendo de que hay hombres que también “se suman a las libertades” y “combaten el machismo, la homofobia”, les reclutó para “decirles a los señores ultramontanos” del PP y Vox que “vamos a seguir ganando derechos” y que “la homofobia, la represión, la falta de libertades, no van a ganar el 23 de julio”.

Eso sí, admitió que “no se pueden ganar derechos desde una posición individual”, porque ella no es “una heroína” sino una más. En primavera, la ministra de Igualdad, Irene Montero, le echó en cara presumir de que ella no es “de nadie” y le contestó que ella sí es de sus compañeros de lucha porque ésta tiene que ser colectiva. “Necesitamos que trabajemos conjuntamente”, postuló, acusando a los “señores cavernícolas” que “no hacen más que mostrar el miedo que le tienen a la libertad”.

La escritora Clara Serra, hermana de Isa, la portavoz de la Ejecutiva de Podemos, puntualizó que “en el feminismo cabe la pluralidad, la disidencia, la diferencia”, y lleva “una lucha común aunque no se esté de acuerdo en todo” que “es importantísimo recuperar este territorio”, una sugerencia de que Montero y Podemos lo han perdido.

La portavoz de feminismo de Sumar, Elisabeth Duval, continuó la reflexión denunciando que “se ha intentado construir una imagen del feminismo que lo empequeñece” y “lo hace más estrecho”. Según dijo, el feminismo “no es una batalla cultural, una cuestión identitaria y tampoco un debate filosófico”, sino “el proyecto de transformación social más completo y radical”.

Añadió que el problema es “cuando el feminismo se queda en la academia y no baja a la realidad, a la calle”. Por eso, reclamó recordar a las mujeres que barren los cristales rotos de cuando otras rompen los techos de cristal. Y finalmente, en la línea de Serra, sentenció que “el feminismo tiene que reconocer esa pluralidad”, y, en primera persona, dijo que no puede pretender “tutelar o dirigir” el movimiento feminista aunque sea la portavoz del ramo en Sumar.

Díaz retomó la palabra para matizar que “el feminismo no está en guerra contra nadie”, particularmente contra los hombres, y abogó por caminar hacia ese feminismo del 99%. Interpretó que “la estrategia es dividirnos, llenarnos de matices”, y atribuyó a Vox un “modelo masculino del matonismo” que, según dijo, presiona y hace sufrir también a muchos hombres. Y, afirmando que “las de abajo no nos podemos dividir”, sentenció que “el feminismo pierde cuando se coloca en un rincón en las trincheras y gana cuando vamos a por todas con alegría”.

Preguntada al final por sus propuestas feministas, recordó que ella ya subió el salario mínimo y que lo consideraba la mejor política feminista porque redujo cuatro puntos la brecha salarial entre sexos, convirtiéndose en el segundo país de Europa. Como feministas presentó también la reducción de la jornada laboral y salir una hora antes del trabajo, así como sus propuestas para mejorar la sanidad. “Esto es hacer políticas feministas”, subrayó.

Luego añadió las medidas de cuidados y corresponsabilidad y para las trabajadoras del hogar, y preguntó por qué no abrir colegios por las noches. También postuló el permiso de natalidad de 32 semanas a las familias monomarentales, ya contenido en el programa de Sumar. Simétricamente en esta vinculación de medidas económicas y feminismo, arremetió contra la recomendación del expresidente del Gobierno José María Aznar de volver a la disciplina y la austeridad, que según ella es el “programa oculto” del PP. En concreto, afirmó que “las políticas de los recortes van contra las mujeres”.