Rufián compareció en rueda de prensa en el Congreso de los Diputados después de celebrar una reunión con Sánchez en La Moncloa, y sus primeras palabras fueron para celebrar “la normalidad” que supone poder dialogar, después de un tiempo no lejano en el que “nadie hablaba con nadie” y algunos incluso se “vanagloriaban” de ello.

Aseguró que el encuentro fue “cordial, amable, fluido, ha imperado la franqueza”, y el principal acuerdo es que “es conveniente, idóneo, sería muy bueno” que se reuniera a mediados de septiembre la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat, que se dejó parada por la pandemia.

Advirtió, en ese sentido, de que esa mesa “tiene que ser efectiva, útil”, y hay que empezar a pasar “de la foto a algo efectivo”. La propuesta de ERC es la de siempre: “diálogo, amnistía y referéndum”, pero están “encantados” de escuchar otras propuestas.

En todo caso, su apuesta es “limpiar el tablero”, hacer “un reset” como se hizo en la transición “con asesinos y fascistas”, y que ahora solo habría que hacer “con demócratas encarcelados”.

Sobre la negociación presupuestaria, Rufián alertó de que es “falaz” que los Presupuestos Generales del Estado carecen de ideología, porque son “el principal proyecto político” de un Gobierno. Por tanto, “es tramposo decir que da igual si son con un partido de derechas como es Ciudadanos o de izquierdas como es ERC”. “No es lo mismo”, insistió, pactar políticas sanitarias, de educación o determinadas inversiones con unos y con otros.

Los “adalides de que hay que extraer la ideología” de los Presupuestos, dijo, en clara referencia a la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, son los que acaban diciendo “que ser de izquierdas es ser radical y ser de derechas es ser un estadista”.

Arrimadas, dijo, repite que no quiere que los Presupuestos los repartan “Iglesias, Rufián y Otegi” en un despacho, y lo que la gente de izquierdas no quiere, respondió, es que se pacten “en un despacho del Ibex, que es lo que seguramente pasaría con Ciudadanos”.

Al hilo de esa reflexión, alertó de la “incomodidad, antinaturalidad” de la presencia de Ciudadanos en un acuerdo presupuestario con un Gobierno formado por dos partidos “supuestamente” de izquierdas, por lo que “lo natural sería facilitar un contexto en el que ERC pudiera estar”.

"INCOMODIDADES TERRIBLES"

Dando un paso más, afirmó que pactar con Ciudadanos “puede ser goloso desde el más frío pragmatismo si no tienes mucha ideología”, porque “lo que va a pedir son más banderas”, pero recordó que es el partido “que gobierna con Ayuso en Madrid y con Vox en Andalucía”, y más allá de sus políticas “regresivas”, su presencia en el acuerdo presupuestario generaría “incomodidades terribles, y de facto, a la larga, la muerte de este Gobierno para con Unidas Podemos”, e incluso con el PNV, y por supuesto con todos los partidos que permitieron la investidura de Sánchez y que son “inequívocamente de izquierdas”.

Ciudadanos “no es que sea incompatible con nosotros”, insistió, “es que es incompatible con la izquierda”, y el Gobierno está formado por dos partidos “supuestamente de izquierdas”. “Es bastante sencillo de entender que no se entiende”, sentenció.

Rufián no quiso expresar la idea de que la reunión de la mesa de diálogo sea condición previa para poder comenzar a negociar los Presupuestos, pero sí reclamó “que se acabe de cumplir ese acuerdo”, previo a la formación del Gobierno, antes de pedir otro a ERC.

“Las sogas al cuello, las líneas rojas, la testosterona en política hoy en día está de más”, respondió, evitando poner una condición expresa al Gobierno en ese sentido, pero sí reiteró que “para que nos pidan un segundo acuerdo primero tienen que cumplir el primero”.

Cuando pide esa reunión a mediados de septiembre no quiso concretar un día en particular, aunque el día 17 se puede tomar una decisión jurídica sobre la inhabilitación del presidente de la Generalitat, Quim Torra. La opción de que Torra se niegue a sentarse en esa mesa no la contempla “porque sería la antipolítica”.

Rufián reconoció que la urgencia ahora en Cataluña es combatir la pandemia, porque “la gente no come banderas ni las banderas curan vidas”, pero alertó de que el conflicto político “no se puede esconder, es el elefante enorme en la habitación, nos pongamos como nos pongamos”.