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Tribunales

Cifuentes admite que no defendió el Trabajo de Fin de Máster, y niega haber participado en la falsificación de las actas

- “Realmente no defendí el TFM. Expliqué las líneas generales en un acto muy informal” que se celebró en un despacho, aseguró en su declaración

MADRID
SERVIMEDIA

La expresidenta de la Comunidad de Madrid Cristina Cifuentes reconoció este viernes, en el juicio del 'caso máster', que ella no llegó a defender su Trabajo de Fin de Máster (TFM) y que se limitó a explicar "las líneas generales en un acto muy informal que ni siquiera se celebró en un aula, fue en un despacho. Me sorprendió”.

“Realmente no defendí el TFM", dijo la expresidenta madrileña, que aseguró que esas explicaciones las dio ante varias personas (dos o tres, no ha podido precisarlo) de los que supuso que eran profesores, pero a los que no conocía, ni identificó en su momento con el tribunal evaluador de ese trabajo.

El juicio en el que Cifuentes declara este viernes trata de dilucidar si se produjo la falsificación del acta del Trabajo de Fin de Máster de Cifuentes del Instituto de Derecho Público de la Universidad Rey Juan Carlos, que se cerró tras el escándalo.

La expresidenta aseguró, a preguntas de la fiscal, que en ningún momento pidió a la Universidad que le enviaran el acta falsificada acreditativa de la defensa del TFM, y que se la mandaron entre la documentación que sí había pedido y que estaba destinada a acreditar que Cifuentes se había matriculado y había cursado el máster. Según explicó, ese acta se le envió a iniciativa de la Universidad y con el aval del rector, lo que, a su juicio, le daba credibilidad.

La Fiscalía solicita para Cifuentes tres años y tres meses de prisión como inductora de la falsificación del documento que acredita que había acabado el curso y defendido su TFM. Cifuentes negó “rotundamente” haber pedido nunca la falsificación de documento alguno.

Según su declaración, las condiciones en las que realizó el máster las acordó directamente con el catedrático y director del citado Instituto entonces, Enrique Álvarez Conde, ya fallecido. Cifuentes aseguró que le permitieron que supliera las clases presenciales y los exámenes con trabajos, uno por asignatura, que fue enviando a Álvarez Conde.

Aseguró que esos trabajos y el TFM los remitió en papel a través de miembros de su equipo y que “no guardo ningún ejemplar. No he encontrado ningún trabajo. Mi vida en esos años fue complicada con dos mudanzas de domicilio y cinco de despacho”.

Insistió en que no llegó a conocer a ninguno de los profesores que impartían las asignaturas del máster y que su comunicación era directa con Álvarez Conde por teléfono, porque el catedrático le dijo que no le gustaba el correo electrónico.

El juicio comenzó el pasado lunes con la declaración de la directora del máster, Cecilia Rosado, que confesó haber falsificado el acta académica como consecuencia de las presiones que recibió del catedrático.

Además de Cifuentes, en el banquillo se sientan Rosado y María Teresa Feito, exasesora de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid y funcionaria de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC).

En esa primera jornada del juicio también declaró Feito, que eludió cualquier responsabilidad y reiteró que en ningún momento actuó siguiendo instrucciones de Cifuentes, con quien no tenía “ninguna relación”.

Al inicio de su declaración, Cifuentes aportó al tribunal un 'pendrive' que contiene una cita extraída de su agenda electrónica de 2012, cuando estaba al frente de la Delegación de Gobierno en Madrid. Esa anotación contiene una cita para el 2 de julio de 2012 en la que aparece el texto “Master URJC” y corresponde al día en que supuestamente realizó la defensa del trabajo. Esta agenda fue aportada por su abogado defensor José Antonio Choclán, pocos días antes del inicio del juicio y fue aceptada por el tribunal de la Sección 15 de la Audiencia madrileña.

INICIATIVA DE LA UNIVERSIDAD

La expresidenta madrileña aseguró a la fiscal que en el momento en el que 'elDiario.es' desveló irregularidades en el máster ella no sabía que el TFM tenía acta propia, por lo que en ningún momento pidió esa documentación, que se sustanció con firmas falsas. Ese fue uno de los documentos que Cifuentes esgrimió en el vídeo que hizo público esa misma tarde en respuesta a esas informaciones y en la que se consideraba “víctima de manipulaciones y mentiras” para precipitar su dimisión.

Según su relato, dio instrucciones a personas de su Secretaría para que pidieran a la Universidad Rey Juan Carlos los documentos acreditativos de la realización del máster. En concreto, pidió una copia del título, del pago de la matrícula y una certificación académica donde constaran las doce asignaturas y del TFM, pero no el acta cuya existencia desconocía.

La falsificación de ese documento es el núcleo de este juicio. Cifuentes ha negado haber ejercido presión alguna sobre la Universidad y ha responsabilizado de cualquier irregularidad a la entidad docente y a la gestión del máster que hacía Álvarez Conde. De hecho, en un momento de su declaración en la que la acusada negó haber hablado con ningún responsable de la Universidad para presionarles, explicó que durante ese día recibió una llamada del rector de la Rey Juan Carlos que decidió no devolver para evitar que se la pudiera acusar de “haber mediatizado a nadie”.

Cifuentes dijo en otro momento de su declaración que es normal que no haya conservado los trabajos y que “probablemente los destruí cuando obtuve las calificaciones porque conservarlos no tenía ningún interés para mí. No estaba pendiente del máster”, aseguró.

Dijo también que recibió la noticia de que estaba aprobada “verbalmente” y en ningún momento tuvo conocimiento de las notas de cada uno de los trabajos. "En algún momento me dicen que el máster estaba aprobado y me lo comunican verbalmente. Debió de ser un poco antes o un poso después del TFM”, concluyó.

TESTIGOS

A continuación de Cifuentes declaró la profesora Clara Souto, una de las firmantes del acta falsificada. Afirmó que la relación con el catedrático era “muy jerárquica” y le describió como una persona de carácter “difícil” al que era complicado “decir que no”.

Aseguró que Álvarez Conde “no le daba importancia a la defensa” del Trabajo Fin de Máster para calificar a los estudiantes e indicó que a veces no se hacía por “decisión personal” suya. Indicó también que fue el catedrático el que calificó la asignatura que ella impartía y dijo que era posible que eso ocurriera en otras materias sin que el profesor que las impartía hiciera comprobación alguna.

Alicia López de los Mozos, la tercera profesora cuya firma refrendaba el acta de TFM, declaró como testigo que no era “habitual” que unos profesores firmaran por otros las actas, pero sí indicó que cuando había una imposibilidad manifiesta de hacerlo en un caso urgente podía ocurrir.

Explicó que los alumnos podían entregar los trabajos como prefirieran, en mano, a través de otra persona, depositándolo en el casillero del profesor, etc., pero sin un sistema formalmente establecido.

La testigo aseguró que no había formado parte del tribunal que supuestamente había valorado el TFM y que le comunicó a Álvarez Conde que no estaba dispuesta a mentir para sostener la versión dada por la Universidad en rueda de prensa. Aseguró que la presión del catedrático fue intensa en esos días, tanto fue así que “perdí seis kilos en una semana y tuve que pedir la baja por ansiedad”.

(SERVIMEDIA)
22 Ene 2021
SGR/clc