En una entrevista con Servimedia, Martínez mostró su convicción de que el convenio de Telefónica “manda una señal que seguramente se replicará en otros sitios”, siendo los sectores proclives a su adopción aquellos más afectados por la digitalización, como las comunicaciones, la banca o el sector asegurador.

La razón, arguyó, es que “el incremento de la productividad derivado de la innovación tecnológica tiende a reducir la jornada de trabajo históricamente” y “estamos viviendo un momento de revolución mucho más disruptiva que la de los años 70-80”. “Eso va a incidir, tiene que incidir, en una rebaja de la jornada”, reiteró, convencido de que trabajar “en un entorno más amable o menos intensivo” redundará, además, en una mayor productividad que permitirá “que la rebaja salarial por rebaja de jornada sea menor”.

“Es preferible que todo el mundo trabaje a que trabaje el 80% y el otro 20% siga en un ERTE o en paro”, abundó, recordando que en alguna fusión de aseguradoras se negoció una especie de “despido a tiempo parcial” con jornadas al 50% y un sueldo más próximo al 55%, una cuantía indemnizatoria y el compromiso de recuperar la jornada al cabo de cinco años.

Según explicó, dicha fórmula es una manera de “garantizar” una renta disponible y “que la empresa no se desangrara en indemnizaciones de una sola vez pagando muchos despidos o pagando medios despidos”, con la ventaja de tener luego la posibilidad de retomar una jornada completa.

El responsable de CCOO cree que los ERTE han abierto la puerta además a una “nueva cultura” a la hora de “cómo implementar los cambios para hacerlo con la plantilla y no, a veces, contra la plantilla en la salida de la crisis pandémica” frente al “recurso fácil” o “las viejas y malas costumbres de recuperar la tasa de ganancia lo antes posible, desprendiéndonos lo más posible de los costes fijos o externalizándolos” para volver a contratar cuando se recupere el rumbo.

El recurso de los ERTE ha permitido, a su juicio, preservar empleo, pero también compañías porque “han sido como intubadas”, evitando que “muchas empresas y, sobre todo, las más pequeñas, que no tienen músculo financiero, desaparecieran sencillamente porque tienen que pagar indemnizaciones”. A futuro, apostó por usar también los ERTE para situaciones como formar a los empleados o recualificarlos para nuevas tareas.

Con el avance de nuevas herramientas o prácticas, a través de convenios en empresas individuales, apuntó que podrían acabar teniendo respaldo normativo en el futuro. “Normalmente las leyes consolidan avances que se han dado en la negociación colectiva, pero si ese movimiento no va acompañado de la acción del día a día en las empresas y en los sectores es muy difícil a consolidar en ley y que esa ley, de verdad, cambie las costumbres”, explicó.