En ese marco se desarrolló la operación parapolicial para espiar al extesorero del PP, conocida como ‘operación Kitchen’, que fue financiada con fondos reservados procedentes del Ministerio del Interior y que está siendo investigada en la Audiencia Nacional.

La declaración de Villarejo se produce al final de una semana en la que han comparecido Cospedal; su marido, Ignacio López del Hierro; y el exjefe de gabinete de la dirigente popular José Luis Ortiz, que reveló cómo introducía en secreto, a través del aparcamiento de la sede del PP, al comisario para que se reuniera con Cospedal en su despacho.

Según ha declarado ante el juez, Villarejo llegó a la conclusión de que el presidente del Gobierno de entonces, Mariano Rajoy, no se fiaba de la información que le facilitaba el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y por eso Cospedal contactó con él para tener una vía alternativa de información. Explicó también que en la operación estaban involucrados agentes del CNI, que estaba bajo control de Sáenz de Santamaría.

Las demandas de información del PP eran cada vez mayores, por lo que aseguró al juez Manuel García Castellón que le acabaron facilitando unos números de teléfono a través de los que se comunicaba directamente con Rajoy con mensajes de SMS. El comisario insistió en que ese mecanismo de información se prolongó durante meses y se centraba en darle cuenta de los avances del operativo de espionaje y de la documentación obtenida que podría perjudicar al PP.

El policía dijo no recordar exactamente quién le facilitó esos números de teléfono, pero apunto que sería la propia Cospedal o alguien del CNI. Además, aseguró que de todos esos mensajes guardó copia que estarían entre la documentación que se le incautó en distintos registros. Por el momento, su palabra es lo único que acredita esa supuesta implicación de Rajoy en el espionaje a Bárcenas.

No se quedó ahí Villarejo, sino que también dijo al juez que intercambiaba mensajes con la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, máxima responsable política del CNI. Según su versión, esta relación se sustanciaba a través de su jefa de gabinete, María Pico.

Villarejo parece haber abierto las compuertas de sus revelaciones y ha confirmado al juez que sus encuentros con Cospedal se desarrollaban en la sede de Génova 13 a la que entraba camuflado en un coche oficial que le recogía en una cafetería cercana a la sede del PP, tal y como describió Ortiz.

Esos encuentros se produjeron también en la sede del Ministerio de Defensa, mientras Cospedal fue su titular, en distintos restaurantes y en localizaciones de Estepona y Marbella. Insistió en que esas reuniones no eran de carácter profesional, puesto que nunca le pagaron por las informaciones que facilitó.

Villarejo explicó que fue Ignacio Cosidó, director general de la Policía, quien le pidió que colaborara en la operación a través de su jefe de gabinete, pero que el político se puso "de perfil" posteriormente. De momento Cosidó no está imputado en esta causa ni ha sido tampoco llamado a declarar en calidad de testigo.

Según su declaración ante el juez, entró en contacto con el compañero de celda de Bárcenas por mandato del ministro del Interior, imputado en esta causa. Explicó, además, que en Interior los más altos responsables estaban al tanto de esos movimientos, y señaló, en concreto, al que fue secretario de Estado de Seguridad Francisco Martínez y al DAO en aquel momento, el comisario Eugenio Pino.