El Servicio de Vigilancia de la Atmósfera de Copernicus (CAMS), programa de observación de la Tierra financiado por la UE, informó este jueves de que la zona del agujero de ozono se formó este año varios días antes de lo habitual y mantiene una superficie de poco más de 15 millones de kilómetros cuadrados desde finales de octubre.

Cada año, durante la primavera austral, las sustancias que agotan la capa de ozono empiezan a acumularse en la estratosfera sobre el Polo Sur, lo que, junto con la radiación solar, las temperaturas extremadamente frías y las nubes estratosféricas polares, conducen a la formación de un agujero de ozono, esto es, una reducción drástica de la concentración de ozono en la estratosfera.

El agujero de ozono normalmente se cierra a finales de noviembre, cuando aumentan las temperaturas estratosféricas, lo que provoca un cambio en la dirección de los vientos estratosféricos y la ruptura del vórtice polar, que consiste en fuertes vientos que circulan en lo alto de la atmósfera sobre la Antártida y aíslan el aire frío sobre la superficie del Polo Sur.

En 2023, el agujero de ozono tuvo un comienzo inusual y se convirtió en el sexto más grande desde que en 1979 se iniciara el registro satelital, con una superficie máxima de 26,15 millones de kilómetros cuadrados.

A pesar de que la superficie del agujero de ozono disminuyó de forma habitual hasta principios de octubre, volvió a crecer a finales de ese mes y ha mantenido una superficie de unos 15 millones de kilómetros cuadrados, que se prevé que continúe hasta la primera semana de diciembre.

INSUAL LONGEVIDAD

La inusual longevidad del agujero de ozono de este año está a la par con la de los de los últimos tres años. Desde 2020, los agujeros de ozono se han ido cerrando mucho más tarde de lo habitual, y cada uno de ellos se ha cerrado entre mediados y finales de diciembre.

Esos fenómenos han persistido durante tanto tiempo en estos años debido a temperaturas estratosféricas más frías que la media y a un fuerte vórtice polar hasta diciembre.

Hay varios impulsores potenciales de que este año se haya producido el vórtice polar más fuerte observado, como el vapor de agua inyectado en la estratosfera por el volcán Hunga-Tonga, las oscilaciones en los patrones de viento en el hemisferio sur y el cambio climático.

"Desde la firma del Protocolo de Montreal, hemos reducido drásticamente la emisión de sustancias que agotan la capa de ozono, dando espacio a la atmósfera para comenzar su recuperación. Este es un proceso largo que involucra muchos factores fluctuantes que deben ser analizados para tener una comprensión adecuada de cómo se está desarrollando la capa de ozono", según Vincent-Henri Peuch, director del CAMS.