Los hechos ocurrieron el 20 de febrero de 1997, en Ayamonte (Huelva), cuando María Magdalena C.R., que entonces tenía 25 años, rompió el candado y entró en la casa del anciano, en la que trabajaba como asistenta de limpieza.

Al rato, llegó el dueño del piso, al que empujó contra un sillón, registró y quitó las 850 pesetas que llevaba encima. Para el Supremo, estos hechos son constitutivos de un delito de rbo con violencia de menor entidad, puesto que, "cuando el perjudicado entró en su casa no se había producido apoderamiento de cosa alguna, por lo que debe decirse que en aquel momento la ejecución del robo con fuerza en las cosas estaba todavía, técnicamente, en grado de tentativa y de tentativa inacaba".

La Audiencia Provincial de Huelva había condenado a María Magdalena C.R. a la pena máxima prevista en el Código Penal para el delito de robo con violencia en las cosas, dos años de cárcel. El Supremola ha reducido al mínimo fijado por la ley, por considerar que el delito consumado fue de menor entidad.