Salud mental

Antonio Orozco desnuda sus problemas de salud mental: "Estaba más ocupado en llenar la nevera que el alma"

- En el libro 'Inevitablemente yo' de la editorial Planeta cuenta que "vivía con una ansiedad extrema" que le obligó a parar por completo

- "El problema de no verte bien va mermando todo lo demás. Ese es el dolor más grande: cuando no te gustas y sientes que no gustas a nadie"

MADRID
SERVIMEDIA

Antonio Orozco es uno de los músicos con más talento de España y con mayor éxito por la sinceridad de sus canciones. Pero ser una estrella con más de 1,5 millones de discos vendidos y con más de 2.500 conciertos en Europa y Latinoamérica no impide sufrir. No hay blindaje para eso. Hace justo dos años tocó fondo física y psicológicamente. Tuvo que abandonar todo y ahora regresa tras aprender que es imposible ser feliz sin conocerse a sí mismo y sin asimilar una vida repleta de adversidades.

Orozco habla abiertamente de todo ello en el libro 'Inevitablemente yo' que acaba de sacar a la venta la editorial Planeta y reflexiona sobre sus traumas internos en una entrevista concedida a Servimedia en vísperas del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra cada 10 de octubre. Llega vestido íntegramente de negro. Saluda con una sencillez y humildad impropia de alguien con tanta fama. Toma asiento en un amplio sofá y empieza a desnudar el alma desde la primera pregunta: "¿Cuántas veces ha tenido que resetearse Antonio Orozco?".

"Poniendo el marcador a cero, una sola vez. Ese ha sido el problema. En la vida vas acumulando y mi forma de cubrir siempre ha sido ir adelante. El trabajo ha sido el vínculo con la no realidad. He ido tapando y el trabajo me ha ayudado a olvidar. Pero se va acumulando. Cuando paré, es que no me podía permitir seguir trabajando. Y bendito sea el día que decidí parar y no me importó que se pasara mi tiempo", reflexiona con voz pausada.

El cantante nunca olvidará aquella fecha. El 21 de octubre de 2023 finalizaba un concierto en Bruselas "sobrepasado de estrés", de "no tener tiempo" y de viajar a diario de una ciudad a otra. Su gran gira europea era un éxito pero apenas podía disfrutar. Porque su cuerpo estaba a punto de decir basta y de dejarlo tumbado en la cama con casi cuarenta grados de fiebre. Ahí empezó a sentir que "no podía seguir". Mes y medio después, abandonó todo y canceló 111 funciones que tenía firmadas.

VIDA REPLETA DE CONTRATIEMPOS

La razón se explica fácilmente: "Creía que me iba a morir. Vivía con una ansiedad extrema que me mantenía en tensión todo el tiempo". Entonces, necesitaba tomar una pastilla para dormir, otra para rebajar el estrés. Pesaba mucho más de 100 kilos. Pero la cicatriz era más honda. Antonio perdió a su padre con 19 años. Así que, de un día para otro, dejó de ser hijo para sacar la familia adelante con un hermano pequeño de apenas diez meses. En 2016 murió de forma repentina su productor. En octubre de 2017 falleció Susana, la madre de su hijo Jan. Estaban separados pero seguía siendo la persona más importante de su vida y todavía hoy se estremece al decir su nombre. En poco tiempo, murió también su amigo Dani.

A semejante losa hay que sumar el lastre de sentirse incómodo con el peso, el complejo de verse mal con cualquier ropa, la presión del artista por crear y facturar, la falta de tiempo para hacer deporte cuando de adolescente le fascinaba, la traición de una amistad familiar al inicio de su carrera, comentarios ofensivos en redes sociales, el agobio de la falta de anonimato al salir a la calle, las fotografías robadas en cualquier sitio con un teléfono móvil, las dificultades para dormir, los constantes viajes de las giras y el sentimiento de soledad en los hoteles.

Con esta mochila, en la que durante más de tres décadas había guardado toda clase de piedras sin ni siquiera detenerse a pesarlas, llegó la gran crisis hace justo dos años. Quizás la más invisible y la menos repentina. Pero la que gota a gota colmó el vaso e implosionó su salud física y mental. El miedo fue tan grande que tuvo que ponerse en manos de varios profesionales: un médico de cabecera, un nutricionista, un entrenador, un foniatra y, por supuesto, un psicólogo.

El doctor fue tajante. O paraba por completo o asumía el riesgo de sufrir un infarto o un ictus en cualquier momento. Por su familia, no lo dudó. Así que renunció a todo sin importar que pudiera suponer el final de su carrera musical. Y empezó a mirar a los problemas uno a uno y fente a frente. "En este país, o vas a la moda o vas al psicólogo", dice sobre la presión que le llegaba desde fuera. "Gracias a la terapia, he logrado ir desmontando mi colapso emocional, deconstruirme para volver a construirme después, poco a poco".

"El problema de no verte bien va mermando todo lo demás y cuando no te ves bien y estás fuera de un estereotipo pierdes la seguridad en ti mismo. Se van apagando las luces de la inspiración como un pasillo que se va quedando a oscuras y entonces menos cosas encuentras para convencerte. Y ese es el dolor más grande: cuando no te gustas y sientes que no gustas a nadie".

Antonio Orozco siempre ha desnudado el alma en las canciones que él mismo compone. Pero ahora abre los cajones más oscuros de su ser en este libro y coloca su corazón encima de la mesa durante la entrevista. "Tengo un montón de inseguridades y mis momentos de negación". Reconocerlo forma parte de la terapia. "He aprendido que no todo puede ser un sacrificio constante. Y, sobre todo, he aprendido que es fundamental escucharte antes de que sea demasiado tarde".

Con la ayuda de los especialistas, empezó a mejorar. "Enseguida tomé conciencia de lo que estaba pasando", relata con la calma y la perspectiva actual. "Había perdido el control absoluto sobre mi presente y vivía en un constante futuro inmediato". Unos meses antes le había abandonado su asistente y amigo Sam, cansado de renunciar a su propia vida para acompañar constantemente al cantante. Orozco sólo pensaba en el trabajo y dejaba que todos los demás dirigieran su tiempo. Ahora, Sam ha vuelto con él pero Antonio ha aprendido a ser autosuficiente y entiende el valor de hacer cosas por sí mismo como "una forma de dignidad", de estar consigo mismo y de no ser "inútil para lo cotidiano".

RECUPERACIÓN E INSPIRACIÓN

El proceso dio sus frutos. "Fue rápido empezar a sentirme bien y la inspiración volvió con una fuerza y una turbulencia como nunca". Esta era la primera vez que Antonio Orozco agarraba por los cuernos una crisis vital. "Es la única vez que me he atrevido". Posiblemente, la única en la que no tenía otro remedio y, además, podía permitírselo. "Cuando mi padre murió, mi hermano pequeño tenía diez meses. Ahí no había cojones de parar. Cuando la madre de mi hijo murió, Jan tenía siete años. Así no hay manera de parar", explica.

Por fin ha tenido a su alcance las "herramientas para salir del embudo" en el que estaba metido y en este libro las cuenta por si a otras personas les sirven. Una de las más importantes es la "autoaceptación, porque tienes que aceptar quién eres". Ahora, proclama estar "en el mejor momento" de su vida y estima haber escrito "el mejor disco" de su carrera. Pero aún se emociona al recordar a su padre, a su expareja... Lo hace con menos dolor y con la paz que ha encontrado en este camino. Ha asimilado que cuando quedó huérfano su familia se dedicó a "llenar la nevera y el alma no tanto". "Eso no puede ser así. Tienes que buscar un equilibrio entre llenar la nevera y llenar el alma".

No es cuestión de misticismo, sino de equilibrio entre el cuerpo y la mente. Porque el ser humano necesita por igual ambas cosas. Durante esa búsqueda ha brotado incluso una duda a su agnosticismo. "Yo, que no creo en nada, que perdí la fe cuando murió mi padre, de pronto me encontré buscándole sentido a esa idea. Pensé: ¿Y si la muerte no es el final?". "No sé si se llama espíritu pero sé que hay algo y eso me ayuda. Me alivia. Me reconcilia con la vida", escribe en las páginas del libro.

El colofón de su último disco y de la conversación con Servimedia surge al hablar de Dani Martín, que le acompaña en un dueto en la canción 'Te juro que no hay un segundo que no piense en ti'. El madrileño se enamoró de los versos escritos por el catalán, así que grabaron juntos este tema dedicado a su hija Antonella, nacida poco antes del último bache de Orozco y que ahora ilumina de felicidad su existencia. Pero hay algo más que comparten estos dos músicos y es sincerarse sobre los problemas de salud mental. "La diferencia entre Dani Martín y todos los demás es que él sencillamente lo ha contado. Problemas tiene todo el mundo". "Lo que deseo es que todo siga fluyendo y poder seguir compartiéndolo en canciones", concluye.

(SERVIMEDIA)
05 Oct 2025
PAI