Autonomía personal

Los caballos mejoran el desarrollo y las habilidades de personas con discapacidad

- Hoy se celebra el Día Mundial de los Animales

MADRID
SERVIMEDIA

Las personas con discapacidad física o intelectual, así como aquellas con algún trastorno del desarrollo, pueden encontrar en los caballos una manera de superar algunas dificultades relacionadas bien con la movilidad o bien con la gestión de sus propias capacidades.

Este miércoles se celebra el Día Mundial de los Animales, proclamado en 1929 por la Organización Mundial de Protección Animal durante un congreso celebrado en Viena (Austria). Esta conmemoración ha ido cobrando un mayor auge en los últimos años por una creciente conciencia sobre los derechos de los animales.

En el caso de los caballos, las terapias ayudan a niñas como Inés Lavín. Ahora tiene 12 años y cada fin de semana viaja con su familia unos 90 kilómetros de norte a sur de Cantabria, desde Santander hasta Las Quintanillas (localidad del municipio de Valdeolea), para disfrutar de su temprana pasión por los caballos.

Inés nació con una parálisis que le afecta a la movilidad y al habla, y por la que necesita una silla de ruedas o un andador para realizar sus desplazamientos. Con apenas seis meses ya mantuvo su primer contacto con un caballo en una finca de sus abuelos maternos en Las Quintanillas, algo que conserva hoy en día.

El médico rehabilitador recomendó a sus padres que se acercara a los caballos como medio para mejorar sus capacidades. Y así hace ahora con la yegua África. “Mi hermana es logopeda y está con ella los fines de semana. Inés tiene devoción y amor por los caballos”, apunta su madre, Elizabet Fresno.

De hecho, Inés ha ganado ostensiblemente estabilidad en la columna. “Ha mejorado mucho y la espalda la tiene bien”, apunta Fresno, de 39 años, quien señala: “Los animales son muy listos y tienen mucha sensibilidad. La yegua puede estar lejos y cuando escucha a Inés se acerca”.

Habitualmente, Inés puede dedicar una mañana de sábado a estar con África. “Está montando una hora u hora y media. También la cepilla y la limpia. Le encanta y no se cansa. Cuando se acaba se enfada porque quiere más. Para ella es ocio, más que terapia”, explica su madre.

Sin embargo, Fresno lamenta que no existan facilidades para que menores con discapacidad mejoren sus capacidades. “Encontrar algo adaptado para ellos es imposible. No puedo enviar a mi hija a que haga baloncesto, no puede ir a piscinas si no es con terapeuta, no puedo apuntarla a cualquier actividad porque no hay recursos ni clases para personas con discapacidad, al menos en mi comunidad autónoma. Estamos atados de pies y manos”, subraya.

A pesar de ello, Inés disfruta cada fin de semana de la compañía de África en un terreno donde también hay gallinas, perros, gatos y vacas. Quizá dentro de algunos años dedique su vida a los caballos. “Claro que le gustaría. Estar con animales, en general”, recalca su madre.

PSICOTERAPIA EN MADRID

Más de 300 kilómetros hacia el sur, las instalaciones de la escuela Hípica El Requiebro, en San Agustín del Guadalix (Madrid) acogen formaciones individuales o grupales con tres caballos especializados en psicoterapia. Esas sesiones forman parte de Caballos que Educan, un pequeño equipo formado por Alicia Torres y Juan Villén.

“Trabajamos con la idea de potenciar capacidades en las personas. Llevamos ya 15 años dedicados a la terapia con caballos gracias a una metodología que se llama manejo natural. No trabajamos por dominación, que es lo que se hace muchas veces, sino que entramos en comunicación con los caballos y gracias a la energía que desplegamos”, explica Torres.

Hace 34 años, Torres y Villén ayudaban a la rehabilitación de caballos con dificultades. Dos décadas después, comenzaron a percibir que estos animales podrían influir en el bienestar emocional de las personas. “Empezamos a trabajar en una metodología y poco a poco nos dimos cuenta de que merecía la pena”, señala Alicia.

Actualmente, la iniciativa Caballos que Educan puede atender a cerca de 100 personas al año, algunas de ellas con trastorno de atención, espectro autista, síndrome de asperger o síndrome de Down, por ejemplo.

“Ahora mismo estoy trabajando con una persona con síndrome de Down que ya es adulta después de empezar desde chiquitito, y tres con asperger. Las edades son muy variadas y tenemos sesiones en sábado y domingo”, apunta.

El primer contacto siempre es pie a tierra cepillando un caballo, por ejemplo. Según los casos, la sesión puede incluir la monta, que ayuda a personas con síndrome de Down a caminar con la espalda erguida, según Alicia.

“La montura no es imprescindible. Hacemos un traje a medida en comunicación con un caballo. A veces no hay monta porque no le apetece a la persona”, comenta. El tiempo de psicoterapia varía según las necesidades de cada persona. “Tengo un chaval con síndrome de Down que empezó con siete años. Ahora tiene 23 y le sigue produciendo beneficios”, apostilla.

(SERVIMEDIA)
04 Oct 2023
MGR/pai