Literatura

El escritor ciego Guillermo Hermida pide hablar de discapacidad sin "dulcificarla"

- Acaba de lanzar ‘La Pluma del Ángel', un personal salto al negro en su Galicia natal

MADRID
SERVIMEDIA

El escritor ciego Guillermo Hermida se aventura en el género negro con la publicación de ‘La Pluma del Ángel', una novela trepidante donde las vidas tranquilas de sus protagonistas tienen mucho que esconder.

Ambientada en Santiago de Compostela, la obra narra las peripecias del inspector Marcos Arenas, que tras el asesinato de su mujer, decide trasladarse a Galicia para olvidar y empezar una nueva vida junto a sus hijos. Sin embargo, en la capital gallega le aguarda un crimen que le conectará con su pasado y le ayudará a saldar cuentas. Junto a sus nuevos compañeros, deberá resolver la muerte de la hija adolescente de un poderoso empresario local, y a lo largo de la investigación, saldrán a la luz muchas mentiras y medias verdades de su vida anterior.

ACUDIR A LAS RAÍCES

Según explica Hermida a Servimedia, la idea de probar con el género policiaco “surgió de casualidad el año pasado, en un viaje junto a unos amigos a mi tierra”. Originario de Muros (A Coruña), le propusieron escribir una novela de misterio, “ambientada aquí, con el narcotráfico de fondo”. “Tengo escritos relatos y libros de ficción y gestión emocional, pero esta es mi primera incursión en ‘el negro’”, apunta.

Para ello, Hermida recurre a los recuerdos de su infancia en un pueblo con playa entre la Costa da Morte y las Rias Baixas, cuando desde su ventana veía descargar los fardos, aunque “decidí situar la trama en Santiago, a fin de no estigmatizar ningún lugar concreto”.

Eso no impide que sus vivencias de niño estén muy presentes en la obra, igual que los elementos sobrenaturales, en cuya existencia ni cree ni deja de creer, como buen Gallego. Varios sueños premonitorios, la participación de una anciana mujer con dotes adivinatorias e incluso la intercesión de su esposa fallecida harán de hecho que el relato avance.

GUIÑO A LOS DIFERENTES

Acompañan a Marcos en su aventura Yria, una bella policía de 30 años, sin ningún instinto maternal y apasionada de su trabajo, y Juan, con problemas de interacción social debidos al autismo, pero con una capacidad de atención a los detalles que resultará determinante.

“El personaje de Juan es el guiño que he querido hacer en esta obra a la discapacidad”. Como persona ciega, Guillermo subraya la importancia de que ”la literatura y el arte reflejen” esta condición, aunque “deben hacerlo de manera realista”.

En su opinión, “la tendencia actual es dulcificar la discapacidad”, y eso “no es bueno ni para nosotros, ni para el conjunto de la sociedad”. Su tesis es que, poco a poco, se está superando la imagen del discapacitado como “un pobrecito que no puede hacer nada”, pero en su lugar, se propone una suerte de “superhéroe y de ángel de luz, capaz de sobreponerse a cualquier obstáculo por inverosímil que resulte”.

“Esto no es así”, y se pone a él mismo como ejemplo. “A mí me encanta bucear en el mar, pero no puedo hacerlo solo. Me suele acompañar mi hermano, que controla la presión, la profundidad… Sin un acompañante, pondría en peligro mi vida”.

“Lo mismo sucedería si me pongo a asar carne en una barbacoa por mi cuenta o si me pierdo en el bosque sin un guía”. “¿Significa esto que no soy autónomo? En absoluto”, se contesta. “Lo que quiere decir es que necesito apoyo para realizar ciertas actividades”. “Esto mismo ocurre con todas las discapacidades”, prosigue, y las ayudas variarán “siempre en función de su tipo, su intensidad y las características de cada persona”.

Por eso, “he intentado que el personaje de Juan sea realista”, admite, y "reflejar sus dificultades de interacción social y, al mismo tiempo, su habilidad para fijarse en los detalles". “También dejo claro que se trata de un tipo de autismo leve, que le permite integrarse en un equipo de trabajo como una comisaría de policía”, subraya.

A su juicio, “conviene explicar las cosas como son”, para que “nadie se llame a engaño y no generar frustración entre las personas con discapacidad y sus familias”. “Y para que tampoco nos pidan imposibles y nadie se sienta culpable por no llegar”.

LA CULPA

La reflexión sobre esta idea está muy presente en la obra y, de hecho, funciona “un poco como motor” de la novela. “Marcos se siente responsable de la muerte de su esposa, y su hijo adolescente, que lo critica por cualquier nimiedad, también lo cree así”.

A lo largo de su peripecia, descubrirá no obstante aspectos de su pasado y del de su esposa que desconocía, que le permitirán ir sanando las heridas. “Todos tenemos luces y sombras”, prosigue Guillermo, y aceptar esta certeza es la manera de llegar al perdón, para con uno mismo y para con los demás.

Será también la clave para que el protagonista logre seguir adelante y, aunque resulte paradójico, halle la solución al crimen. Y es que en esta novela, “muchos personajes tienen algo que esconder”. “Porque bajo el mar en calma, siempre se esconde un remolino", y a veces "desencadena oleaje", concluye el autor.

(SERVIMEDIA)
26 Mar 2023
AGQ/pai