Reportaje

Religión

Rodrigo, un niño de 10 años con Down que hace la comunión para ser "amigo de Jesús"

- “Dios sí se entera”, aseguran las catequistas de niños con discapacidad mientras el Papa reivindica “acompañar” y “escuchar” a estas personas

- La Conferencia Episcopal tiene material adaptado para catequesis y ha recibido un rosario en pictogramas de los padres de un niño con autismo

MADRID
SERVIMEDIA

Rodrigo Deza tiene diez años. El 10 de junio tomará la primera comunión. Será uno más de los 180.000 pequeños que estos días ultiman los preparativos para ‘ser amigos de Jesús’. Es rubio y presumido, un “dandi”, según lo define su catequista María Eugenia Fuertes, del Colegio Sagrado Corazón de Chamartín, un centro madrileño de integración en el que en las aulas ordinarias también hay escolares con diferentes discapacidades.

“Es un niño”, resumió a Servimedia su madre, Bárbara López-Perea. “A veces, los padres vemos más allá de la discapacidad y descubrimos la persona. Al principio, cuando te enteras de todo, crees que el mundo se ha terminado y que nunca vas a poder ser feliz y todo es catastrófico”, recuerda ella, en referencia a cuando supo en el embarazo que Rodri tenía síndrome de Down.

Por eso, cuando Bárbara habla con otros padres que descubren una situación similar en su vida los recomienda: “Llóralo, porque es una faena, porque cuando te enteras es como te sientes”. Luego llega “el enamoramiento absoluto”, cuando los progenitores corroboran que sus hijos “pueden hacer cosas”. Y, finalmente, ya con más objetividad, se alcanza otra fase en la que “se equilibran los sentimientos y se ve la buen parte y la mala”.

Con toda esa experiencia, y la que le ha dado ser madre de otra niña más mayor, Bárbara describió a su hijo: “Es un personaje muy importante, muy divertido, es un gamberro nato. Su cualidad predominante es la alegría. Es un niño que siempre está casi feliz. Ni todos los niños con cromosoma extra son angelitos, ni todos son encantadores. Cada uno tiene su personalidad como la tenemos todos. Los hay cariñosos, monísimos y estupendos y los hay que no lo son. Somos producto de nuestras vivencias, circunstancias y experiencias. Lo que sí que viene de común es la cabezonería”.

VIDA NORMAL

Con todas esas circunstancias, Rodrigo “hace vida de un niño normal”, que combina con sus terapias de estimulación, fisioterapia, logopedia, lectoescritura… “Los niños con síndrome de Down son trabajadores por naturaleza”, por lo que en la agenda de Rodrigo también hay lugar para jugar al fútbol y al tenis y con sus amigos en el patio del vecindario.

En pocos días este ‘dandi’ entrará en la capilla de su colegio de la mano de sus padres como lo hará otro centenar de niños del Sagrado Corazón, un colegio que lleva 150 años educando a los niños madrileños. También en la fe. "Por que sí”, es la respuesta que Rodrigo da cuando se le pregunta por qué está contento por recibir la forma consagrada, en un tono de voz que contagia ilusión.

El pequeño recita el Padrenuestro y relata que en catequesis coge “pan”. ¿Sabe rezar? “¡Claro!”, contesta el catecúmeno, que asegura que “Jesús está en el cielo”, le pide “por mamá” y que le perdone “por decir palabrotas”. “Que me cuide”, agregó el alumno que también compartió que se lo pasa bien con María Eugenia en sus catequesis y sobre todo con Nacho, su sacerdote de referencia.

Lo que más le gusta de su comunión es “todo”, responde Rodrigo a Servimedia. Su oración preferida es el “por mi culpa”, para pedir perdón porque a veces regaña con los compañeros. “Su dificultad para hablar complica la comunicación de sus vivencias y su fe”, precisó la madre, que reconoció que desconoce cuánta profundidad tiene la fe de su hijo.

‘DIOS SÍ SE ENTERA’

“¿Los niños con discapacidad entienden? ¿Para qué tienen que enterarse de todo lo que supone un sacramento para ellos? Dios sí se entera. Tenemos que acercarlos a Dios y luego Dios hace lo suyo”, dijo citando a una compañera María Eugenia, la catequista que acompaña desde hace una década a decenas de alumnos. “Son corazones limpios”, subrayó.

“Para las ceremonias ensayan igual que los demás, pero si vemos que alguna cosa les cuesta más, hablamos con sus profesores y el sacerdote para reforzarlo. No vamos a la profundidad de que entiendan, sino que sientan a Jesús”, precisó la instructora.

“Se trata de facilitar todo. A cada uno nos llega Jesús de una forma. Seguramente a ellos les llegará mejor que a otros muchos”, añadió, en línea con lo que se les ha transmitido a los catequistas desde el Arzobispado de Madrid.

“Los niños con discapacidad aprenden el Credo, el 'Yo confieso', los sacramentos… Pero eso no es lo importante. Lo que es primordial es que participan y quieren a Jesús, que saben que está ahí y Dios también los quiere a ello. Por eso la catequesis está más enfocada a un encuentro con Jesús”, prosiguió.

“Tienen que tener la experiencia de que Jesús está ahí. Es como el azúcar, les digo: Lo tomas y hay sabor, pero no se ve. Jesús en tu vida sabe dulce”, apostilló la catequista, que será una más de las que suelte una “lagrimita” en la capilla del Sagrado Corazón en unos días.

PICTOGRAMAS PARA REZAR

‘En capilla’, recibiendo catequesis para tomar la comunión, posiblemente el próximo año, está Hugo Suárez, un chaval de “13 años físicos y dos y medio mentales” que se instruye en la fe en su colegio de Educación Especial en Granada. Tiene autismo y retraso cognitivo severo y sus padres, Sara y Javier, son sus “primeros catequistas”. Se apoyan en la ayuda que los brinda su párroco de San José, una iglesia en el pintoresco barrio del Albaicín.

“Desde que era bebé rezamos por las noches y antes de comer bendecimos la mesa y él lo ha tomado como algo natural”, explicó a Servimedia esta madre que también presumió de tener otra hija, María, que “está en el cielo”.

“Hice un pictograma para que él entendiera que eso iba a ser así”, explicó Sara, que descubrió que la propia Conferencia Episcopal Española cuenta con un buen abanico de material adaptado para la evangelización de las personas con discapacidad intelectual. “Mi alegría fue enorme, pensaba que no existía”, confesó.

Sin embargo, Sara detectó, en vísperas de mayo (mes dedicado a la Virgen María por los católicos), que entre las herramientas del Episcopado para los catequistas de niños con discapacidad no había herramientas adaptadas para rezar el rosario. Y se puso manos a la obra “pensando en Hugo”, aunque posteriormente lo ha hecho llegar al Área de Pastoral y catequesis para personas con discapacidad por si sirve a otras personas.

“El caso de Hugo es muy complejo. Sabemos que contamos con la iglesia y nos apoya, está de nuestro lado”, concluyó Sara en referencia a la inclusión de las personas con discapacidad en la vida de la fe.

CON EL MISMO AMOR

“El Señor nos ama a todos con el mismo amor tierno, paternal e incondicional”, escribió el papa Francisco con motivo del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, el pasado 3 de diciembre, y lamentó que en la Iglesia falten “estructuras y formas adecuadas para acompañar a las personas con discapacidad” y “promover su participación” con “modos nuevos”.

“A pesar de sus propias enseñanzas, la Iglesia corre el peligro de imitar el modo en que la sociedad deja de lado a estas personas”, lamentó Francisco, que advirtió de que las formas de discriminación social como la falta de escucha, la elección de dónde y con quién vivir y “la negación de los sacramentos” también contagien de la “cultura del descarte” al ámbito de la fe católica.

(SERVIMEDIA)
04 Jun 2023
AHP/pai