En el PSOE no aguardaban “ni mucho menos” estos resultados porque, aducen, sus sondeos internos no arrojaban la “debacle” que, admiten, se han llevado en las urnas, donde preveían resultados “muy ajustados”.

En estos cálculos “no esperaban” algunos datos como los de la ciudad de Valladolid o la pérdida de gobiernos autonómicos como el de Extremadura o que Castilla-La Mancha estuviera en momentos de la noche en manos de una alianza PP-Vox.

Los socialistas admiten que tendrán que hacer una lectura “muy profunda” porque “no han sabido leer” el escenario en el que reconocen que hay castigo al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, así como la falta de movilización por parte de un electorado progresista al que afectó la polémica por las listas de EH Bildu al inicio de la campaña electoral.

Precisamente, en el horizonte que se abre tras las urnas, está el hecho de que para continuar al frente del Gobierno foral navarro, el PSOE necesitaría de nuevo la abstención de EH Bildu, como en 2019, para revalidar la actual coalición de PSN-PSOE, Geroa Bai y Contigo Navarra, que costó en su día fuertes tensiones entre el PSN y Ferraz.

En la sede del PSOE, según apuntan a Servimedia, se aferran a que el Partido Popular no se ha disparado más de lo que supone la absorción de Ciudadanos – porque subió los 1,5 millones que pierde dicha formación -y que los 760.000 de diferencia entre los dos principales partidos podría contrarrestarse con 415.000 que ha bajado el PSOE, dicen, si se hubiera movilizado cierto electorado socialista que optó por quedarse en casa en parte por la relación del PSOE-EH Bildu aireada al inicio de esta campaña.

Así argumentan que el PP no ha subido y que si se hubiera dado esa movilización hubiera estado todo “ajustadísimo”, pero que eso no lo vieron “venir”, reconocen, como tampoco el auge de Vox y de EH Bildu, respectivamente.

El ambiente de tristeza en el PSOE se fue ampliando conforme se confirmaban que perdían gobiernos autonómicos como ocurrió con La Rioja, Canarias, Extremadura, Generalitat Valenciana, Baleares y Aragón, que se traducía en una pérdida de poder institucional territorial y un partido con los ánimos por los suelos por la pérdida de referentes.